Revista Coaching

Para empezar bien el día…cada día!

Por Mbbp

PARA EMPEZAR BIEN EL DÍA…CADA DÍA!

A pesar de mi empuje, ilusión y tesón durante gran parte de mí vida, para mi la vida casi siempre fue sombría. Creía que los demás y el mundo que me rodeaba estaban allí fuera para hacerme la vida imposible y me sentía continuamente amenazado. Eso, tal vez, me hizo duro. exigente e inflexible conmigo mismo y con los demás, aún así salí airoso casi siempre de los avatares de la vida. Veo ahora que era puro miedo! Pero en esta vida todo tiene su coste y esa cierta rudeza e inflexibilidad me privaban de ser yo mismo y de acercarme a los demás, sin temor. Ni que decir tiene que el amor y la felicidad no poblaban mi mundo por aquel entonces. Huía cuanto podía de mis emociones o me refugiaba con ellas en una soledad protectora, involuntaria y, a la vez, dolorosa…

Aún así, buscaba -como todos- el amor y compartir la felicidad con quienes me rodeaban, aunque fuera a fuerza de no ser yo mismo y de no arriesgar mi integridad, lo más importante que siempre existió de mi vida! Tenía, por aquel entonces, dos vidas paralelas. Por un lado la del afable, simpático y siempre cordial Miguel, hecho a medida de lo que los demás esperaban de mí; por otro lado, había un Miguel taciturno, solitario, con un fondo triste, pero con una vida interior llena, pero clandestina! Mal escenario para el amor, que no es más que la entrega íntegra, espontánea y desmedida de uno mismo, integralmente! ¿Cómo podía encontrar el amor en mi vida, si no era capaz de amarme a mí mismo lo suficiente como para ser yo mismo, tal cual era? ¿Cómo podía exigir de alguien más algo que era incapaz de poseer y, mucho menos, de compartir? Por mucho que buscara, el amor y la felicidad se escapaban cada día de mis manos…

Pero en un cierto momento de mi vida, a pesar de llevar la pesada mochila de mis penurias a cuestas y de no ser yo mismo, me di cuenta de que no valía la pena vivir como entonces lo hacía. Me sentí fatal conmigo mismo en cuanto descubrí que lo único que ni siquiera había probado, era la solución a mi vida: Ser yo mismo, dejar de acusar al pasado y a los demás por lo que yo había permitido que fuera mi vida. Y me perdoné por ello y fui capaz de darme cuenta de que, aún así, todo en la vida tenía su sentido! Descubrí que había de pasar todo lo mal vivido para despertar a mi nueva vida, porque en el tortuoso camino hacia mí mismo, había aprendido muchas e importantes lecciones, todas necesarias para darme cuenta de que la vida era otra cosa, algo muy distinto a lo vivido hasta entonces!

Con pleno sentido, mi vida cambió al instante… aunque necesariamente no lo hicieran sus circunstancias cotidianas, pero continuamente cambiantes! Cuando uno inicia su camino con ese sentido de todo lo que sucede en la vida, se concentra en el “hoy” y en lo que uno es y siente… y poco pesan las circunstancias y los demás! Y así, al fin, hasta lo más árduo, imprevisible y duro que uno vive cobra importancia y es, seguramente, un paso decisivo para reemprender con decisión nuestro camino hacia nosotros mismos y, por ende, hacia la felicidad! Y sí, las cosas en mi vida fueron cambiando, día a día! Tuve poco a poco que vaciarme de dolor del pasado para aprender a vivir ya el presente y confiar en lo que él me traía! Tuve que aprender a confiar en mí mismo, en los demás, dejándome ayudar y así recibir el amor que sin duda había a mi alrededor. También tuve que aprender a no tener miedo por ser cada día más yo y dejar fluir lo que salía de mi corazón! Tuve que deshacerme de lo supérfluo y accesorio, para concentrarme en lo esencial de mi persona y de mi vida! Y tras todo ello, día a día, al fin apareció el amor, la satisfacción, el positivismo, en mi ya nueva vida! Hoy todo tiene ya su íntimo y verdadero significado, que desde entonces ilumina mi vida, aunque a ratos me desespere, pues no siempre soy capaz de comprenderlo con mi razón, al menos en un primer instante! Hoy, cada día más, está alineado lo que pienso, siento y vivo en mi vida, con un único propósito: intentar cada día amar todo lo que hago en mi vida!

Te traigo un texto ajeno que habla de cómo nuestros propósitos personales dan un sentido pleno a nuestro día a día. Extrae tus propias conclusiones.

Tres decisiones diarias

¿Qué conduce a la grandeza del día a día? ¿Qué hay en sus raíces?

Estoy convencido de que la respuesta yace en tres decisiones diarias que todos debemos tomar, seamos conscientes de ellas o no.

La primera decisión que tomamos cada día es: ¿Obramos en la vida o simplemente cumplimos?

¿“Hacemos” o somos sólo observadores y “vamos tirando”?

La segunda decisión que tomamos cada día es de suma importancia: ¿A qué fines, o propósitos, llevarán nuestras decisiones diarias?

Cada uno de nosotros quiere sentirse valorado… saber que nuestra vida importa.

No queremos estar sólo ocupados, sino ocuparnos de perseguir propósitos que valgan la pena. Sin embargo, en el mundo apresurado de hoy, es fácil pasar cada día sin siquiera pensar en los propósitos tras los que vamos, y mucho menos en detenernos lo suficiente para reflexionar sobre los propósitos que más nos gustaría seguir. Vemos a muchas personas corriendo muy deprisa de un lado al otro, pero sin ir en realidad a ninguna parte.

La tercera, es: ¿Llevaremos nuestras vidas de acuerdo a principios probados o sufriremos las consecuencias de no hacerlo?

Los principios son inalterables, eternos y universales. No cambian. No hacen distinción de edad, raza, religión, género o prestigio; todo el mundo está igualmente sujeto a ellos.

“Grandeza para cada día”, de Stephen Covey.

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