Tres palabras. Tan sólo tres palabras. Pero cuando la vida, el Universo, o las caUsalidades nos repiten tanto esas tres palabras durante una semana, a lo mejor es para que nos demos cuenta de algo. O incluso quizás es para que lo contemos hoy aquí.
TheVirtualDenise (Pixabay)
Miércoles por la noche. Mey acaba de llegar del trabajo y yo entro por la puerta después de hacer un poco de deporte. Llaman al teléfono. Es el mismo número que ya lo intentó al mediodía sin éxito, tanto con ella como conmigo. Quizás sea algo urgente. Al otro lado Jesús va al grano. No quiere molestar a esas horas. ¡Molestar, madre mía! Ha leído nuestro último post. Se ha quedado preocupado con la posibilidad de que el sueño de Pablo en EEUU se vea truncado por la situación actual. Apenas nos habremos visto en persona cinco o seis veces. Pero la energía y la conexión con personas como él fluyen con tal naturalidad, que no hace falta ser familia o conocerse de toda la vida, para tender la mano en lo que haga falta. "Familias cósmicas", lo llamamos una vez. Él interpreta que sus ahorros de años quizás le hagan falta ahora a Pablo en EEUU, ante su actual encrucijada. El simple ofrecimiento me eriza el vello. La emoción me recorre todo el cuerpo. Pocas personas, incluso muy cercanas, estarían dispuestas a un gesto tan sincero y comprometido como ese. Le agradezco de corazón el ofrecimiento, pero por fortuna, llevamos años ahorrando para esta etapa de nuestros hijos. Él se queda más tranquilo con mi respuesta, y le quita importancia a su ofrecimiento. "El dinero está para estas cosas", afirma. "Para eso estamos", concluye.Gennaro_Leonardi (Pixabay)
Jueves por la noche. Mey tiene otro bello encuentro en su cotidianeidad. Viendo el nivel que tenía un alumno suyo y que quizás podría llegar a aburrirse en su clase actual, habla con el compañero profesor del nivel superior para poder subirlo. Una vez ambos de acuerdo, se lo comunican al alumno, y le hacen unas pruebas para confirmar esa sospecha. El resultado no ofrece dudas. Su nivel supera el de la clase que cursa. Pero curiosamente él se muestra dubitativo. Y con esa duda, se inicia una larguísima conversación con Mey, que va más allá de la asignatura de inglés, y se adentra en los más intrincados vericuetos de su vida y de LA VIDA. Al día siguiente se disculpa con Mey, por haberle dado tanto la "chapa". Ella hace mucho que ha entendido su papel en esos procesos de escucha. Él se muestra conmovido. "Para eso estamos".Ese mismo jueves no me toca trabajar. Me froto las manos pensando en disfrutar de una tarde tranquila en casa, leyendo o escribiendo. Pero recibo el whatsapp de Teresa. Cambio de planes. Su hija anda "pachucha" y los protocolos Covid le exigen aislamiento. No va a poder recoger del conservatorio de Málaga a su otro hijo y a Eva, aunque fuera su turno. No pasa nada. Me quedo a comer en Málaga, trabajo esa tarde, y me ofrezco a recogerlos yo. La contundencia de su agradecimiento me conmueve: "Muchas gracias. No podré agradeceros nunca la ayuda que me prestáis. De verdad, mil gracias". Sin pensarlo un segundo, tecleo una respuesta que veo que se está repitiendo esta semana: "No hay nada que agradecer. Para eso estamos..."
Broesis (Pixabay)
El viernes por la tarde se produce un encuentro fortuito de Mey con otra alumna, ésta de hace varios años. Estamos en nuestro supermercado habitual, entre la frutería y los encurtidos, con un montón de gente yendo y viniendo a nuestro alrededor. Pero no hay sitios especiales para los encuentros del alma. Las compras pasan a un segundo plano. Se ve que para la chica es importante ese momento y se desahoga a gusto. Surgen lágrimas. Y consuelo. Brota de nuevo la gratitud. Y la misma respuesta: "Para eso estamos, mujer".Unos días antes, Magdalena nos envía un whatsapp que nos remueve por dentro. Miles de personas en todo el mundo han leído o escuchado de sus labios alguno de sus poemas. Su poesía es un gran radar, que capta sentimientos a veces muy ocultos y los hace aflorar. Y muchos, tocados por la varita de esas palabras que curan, se dirigen directamente a ella para contarle sus dramas. El de Ana Celia no deja dormir bien a Magdalena desde hace cuatro meses. Tras recorrer miles de kilómetros, y sufrir todo tipo de persecuciones, abusos y vejaciones desde su Nicaragua natal, Ana, su marido y su hija de cuatro años por fin lograron asentarse en España. También aquí sufrieron xenofobia, pero ya es agua pasada para ellos, aunque viven como una maldición su condición de ciudadanos del tercer mundo. Esperan ansiosos que su expediente de asilo se resuelva pronto. Pero su otro hijo, de dieciséis años, sigue "allá". Han pasado ya tres años, y aunque al principio se mostraba fuerte, ha empezado a tener crisis de ansiedad y a no poder dormir siquiera. La lejanía y la angustia hacen mella en la familia, dividida por las fronteras y las burocracias. Y el dinero no les llega para el pasaje del menor y el acompañante. Magdalena se acuerda de nuestro ofrecimiento de hace unas semanas y nos cuenta el problema. De inmediato nos ponemos en marcha. Es la ventaja de estar rodeados de gente normal, pero que hace hazañas extraordinarias. Nuestros amigos de ADAPA están entre ellos. Nadie pone el más mínimo obstáculo. "SÍ" unánime. Sin paliativos. Basta con que todo surja de la relación y de la confianza. Del "tú a tú". Sin intermediarios. En menos de 48 horas, el dinero está en la cuenta de Ana Celia, comprometida en devolverlo sin intereses y al ritmo que ella pueda, para que ese préstamo solidario pueda seguir beneficiando a otras personas que lo necesitarán como ella ahora. Difícil evitar alguna lagrimilla de emoción con los audios de agradecimiento de Ana y Magdalena. Los billetes ya están comprados. En 10 días podremos ser testigos del abrazo de ese reencuentro. Para eso estamos.
PARA ESO ESTAMOS.
PARA ESO ESTAMOS.
PARA ESO ESTAMOS.
PARA ESO ESTAMOS.
La vida no va de POR QUÉs: a veces los "por qués" nos encierran en el victimismo.
La vida va de PARA QUÉs.
¿Para qué hemos venido a este mundo?
¿Para qué existimos?
¿Para qué estamos aquí?
Para ESO.
¿Y qué es ESO?
Desde luego ESO no va de tener miedo. No va de huidas. No va de buscar atajos. No va de mirarnos al ombligo. Y no va de bandos, de etiquetas o de estar en permanente confrontación por llevar la razón. Tampoco va de fronteras ni de distancias de seguridad.
Va justo de lo contrario.
Va de darnos cuenta de que aquello que le pasa al otro, nos puede pasar a nosotros. Si no nos pasó ya.
Que sólo hay un NOSOTROS.
Y que PARA ESO ESTAMOS.
Para dedicarnos, regalarnos y prestarnos lo que haga falta.
Confianza, dinero, tiempo, palabras, cariño, abrazos...
PARA ESO ESTAMOS.
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