No siempre decimos las cosas tal cual son. Por lo general resumimos todo en un enunciado general que suena bien pero que oculta el verdadero devenir de las cosas.
Vamos a ilustrarlo con un ejemplo, para que quede más claro:
Te cuento que empecé a hacer vida sana. Es decir:
- Compre productos light.
- Llené la heladera de frutas y verduras.
- Dejé de comprar gaseosas.
- Dejé de comprar facturas y pan.
- Dejé de comprar carne grasosa.
- Me compré una balanza para medir lo que cocino y como.
- Me compré un medidor de líquidos y sólidos.
- Me compré zapatillas para correr.
- Me compré remeras para correr.
- Me compré shorts para correr.
- Tomo como 3 litros de agua por día.
- Me la paso yendo al baño.
- No me gusta lo que como.
- Me hincha las pelotas estar midiendo, pesando y calculando para cocinar.
- Idem para comer.
- Extraño una buena hamburguesa/milanesa/guiso.
- Corro 15 metros y se me sale el corazón por la boca.
- Termino el día con hambre, cansado y me duele todo el cuerpo.
- Estoy de mal humor, insufrible y todo me cae mal.
- Se me empezaron a pudrir las frutas y verduras en la heladera.
- No me preocupo. En realidad, me alegro.
- Empiezo a rescatar teléfonos de delivery de pizzas y empanadas.
- Tiro/regalo/dono/vendo todo lo que tenga que ver con la dieta y el ejercicio.
Para hacerla corta: empecé a hacer vida sana.