La representante de Madres de Plaza de Mayo no cree en los que piensan diferentes. Aquellas personas que no comparten el discurso de la presidente Cristina Fernández ni mucho menos creen en los alcances del modelo del gobierno nacional y popular para Hebe son unos hijos de puta, que estuvieron cerca de la dictadura y que, ahora, bancan a los medios de comunicación privados y monopólicos.
Obviamente, la señora Bonafini se refiere a un sector de los llamados opositores, que efectivamente (y el pasado la avala) estuvieron y están al lado de los poderes económicos más concentrados del país. Pero se equivoca, una vez más. Pareciese que vive equivocada al pensar que todos aquellos que no comparten las políticas del ejecutivo nacional son unos traidores a la patria. Existen personas comunes, estudiantes, comerciantes, productores agropecuarios, intelectuales y políticos que tienen ideas diferentes, ideas superadoras o no pero distintas que no son traicionan a nadie.
El mensaje que se ha construido a lo largo de estos años, inmerso en un clima de discusión política (saludable por cierto), es similar al de una guerra. O estas de un lado o del otro. No se aceptan los matices ni las opiniones mesuradas. Apoyas al gobierno o sos traidor. Sos opositor o sos un montonero kirchnerista. El país necesita la discusión política. De eso no caben dudas. Pero este clima ferviente y apasionado tiene que estar acompañado por la racionalidad. Es decir, está perfecto discutir modelos de país pero que se expongan y se pongan sobre la mesa todos los argumentos posibles. No sirve de nada tener una visión o dos del país. La discusión en estos términos lleva al consenso y a la negociación de políticas públicas comunes que trasciendan gobiernos y sirvan para mejorar la calidad de vida de los argentinos.