Una cosa está clara: la crisis de Fukushima ha sido mucho mayor a todo lo que han sostenido los expertos y esto ha demostrado que las plantas nucleares no son seguras y que se ha mentido descaradamente a la gente. La agencia de seguridad nuclear de Japón se vio obligada a elevar la clasificación del accidente de la central de Fukushima de 4 a 5, es decir, a la de "accidente nuclear severo". De esta forma, el gobierno nipón ha reconocido la gravedad de la crisis y ha asumido que ésta es mayor a lo que se dijo inicialmente. Es probable que en un nuevo sinceramiento del problema, la eleven a 6, el nivel que tiene actualmente para los expertos franceses. Sólo un punto por debajo del máximo alcanzado por el desastre de Chernobyl en 1986.
Por su impacto a nivel de daño masivo y sus efectos de largo plazo, el colapso de los reactores nucleares de Fukushima dejó en segundo plano las noticias sobre el terremoto y tsunamni que asoló Japón, y que hasta el momento han cobrado la vida de 6.600 personas mientras 11.000 se encuentran desaparecidas. Es una triste consecuencia que tiene un motivo central: Fukushima marcará un antes y un después en el desarrolo de la energía nuclear.
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