Tengo que decirles que hacer los deberes de la UTPL nunca fue tan divertido y es que a alguien se le ocurrió pedir que hagamos un cuento inédito.
Lo comente con mi padre y el me contó una historia, será verdad, será mentira, ciertamente no lo se pero me pareció oportuno publicarla pues dice mucho de mi abuela que a sus 80 años esta llena de vida, para mi una admiración muy grande.
La amiga Lagartija de María LuisaEn aquellos días cuando el río Machángara era la única fuente de agua por los alrededores de Quito, una mujer se encontraba lavando la ropa en uno de esos huecos de la orilla del río donde todas iban a ganar un puesto. Los pájaros rodeaban el canto de la mañana y el sol aun salía tímido, eran las cinco de la mañana y María Luisa había cargado con un par de docenas de ropa de los hijos que se disponía a lavar, cantando su san Juanito preferido empezó su tarea con la fiel idea de acabar temprano, no solo por lavar su ropa, sino porque aprovechaba para darse un chapuzón luego de tan ardua tarea, y es que terminaba agotada, y el agua fría estremecía y despertaba el cuerpo para continuar con los quehaceres del día, ya al terminar la jornada se dio cuenta que una pequeña y flaca lagartija la observaba sin pestañear, ella la miraba y la miraba, sus ojos intimidaron lo que vieron y llamó a una de sus compañeras para ver si ella la podía observar también, y al parecer, todas pensaron que era una broma ya que nadie más la pudo ver.
Pasaron los días y cada vez que terminaba su jornada de lavado la lagartija estaba observándola sin pestañear, María Luisa se preocupó, pensaba que el diablo la estaba observando, se santiguaba muchas veces pero su angustia empezó a crecer, alguien le recomendó ir a la Iglesia del Sagrario y hablar con el padre Manuel sobre su visión, el padre supo encomendarle rezar las aves marías y los padres nuestros correspondientes, ella lo hizo con mucha fe, convencida de que su visión iba a desaparecer, el tiempo paso y la lagartija se espumó,María Luisa se cambió de casa, sus hijos crecieron, y ahora ya no lava la ropa en la piedra del río, lo hace en su casa en la piedra de lavar porque aún sigue pensando que todo tiempo pasado fue mejor y evita a toda costa usar la lavadora automática.Esta mujer ha pasado por dos cirugías en sus rodillas, sin descansar, la rehabilitación le ha ayudado a caminar normalmente y desde hace 10 años va a los balnearios del Tingo para que las aguas medicinales le den vida, energía y le mantengan sana, ahora tiene 80 años y es una mujer lucida, saludable y que siempre se mantiene en actividad, le encanta el contacto con la tierra y con los animales, es así, que tiene un pequeño huerto y una granja de cuyes, eso la hace feliz.
De pronto un día, uno de esos, donde los hijos la consienten y la llevan a pasear por las cascadas y los ríos, volvió a ver a esa misma lagartija, con la misma expresión atónita de su mirada, se santiguó muchas veces y ahora ya no tuvo miedo, alzo el rostro al cielo, y dio gracias a Dios por sus múltiples bendiciones y porque en su corazón se regocijaba la sensación de que esa pequeña lagartija la había cuidado siempre.
Autora: Paulina Escobar García