Ardua y mordaz crítica al mundo Disney que rompe la visión idílica de la misma. Ni Disney, ni Donald, ni Mickey ni el resto de los personajes son tan inocentes y pueriles como se nos quiere hacer ver. Tras cada una de las viñetas o series animadas, se encierra una carga ideológica bastante fuerte e, incluso, también cruel.
¿Puede un librito de apenas 182 páginas mover tantas conciencias y derrumbar la visión idílica de uno de los imperios más importantes y globales del mundo como es Disney?
Pues, la verdad, es que sí. Es más, tras la lectura de “Para leer al Pato Donald” uno ve a los personajes de Disney con otros ojos, mucho más críticos. Es como una venda que cae de los ojos y permite ver lo que se encierra tras unas, en apariencia, inocentes viñetas o series animadas.
La idea principal que se extrae de “Para leer al Pato Donald” es la mordaz crítica que hace de la sociedad capitalista, especialmente de la estadounidense. Una sociedad, ésta última, que impone su cultura al resto del Mundo y de las culturas a las que, la mayoría de las veces, mira con cierto aire de superioridad y así lo hacen constar los autores basando sus ideas con muchos ejemplos a lo largo de todo el libro.
No sólo está este aire de superioridad a nivel cultural sino que hay otros aspectos que también son bastante dañinos (o incluso más). Según Ariel Dorfman y Armand Mattelart, Disney era un poco misógino. ¿Y por qué piensan esto? Pues porque se dan cuenta de que, en todas las series animadas de la factoría Disney, el papel de los personajes femeninos es muy secundario con respecto a los masculinos. Hay pocas “mujeres”.
La verdad, es que “Para leer al Pato Donald” es una lectura con mucha miga. A pesar de su corta extensión no es de los que se recomienda leer deprisa sino con calma ya que la cantidad de datos e ideas que aporta son muchísimas.
Concluyendo: un profundo análisis de la obra de Disney que muestra al público la cara oculta descubriendo que no es tan inocente ni infantil como aparenta...