¿Qué hacen las monjas de un convento con un millón de euros dentro de un ropero? Si fuera un chiste, la respuesta sería: Un Sor-teo. Pero no es ningún chiste y menos una broma. Es un caso real y del que poco se sabe. Al parecer hace unos días, las monjas del monasterio de Santa Lucía de Zaragoza denunciaron un robo en sus dependencias de 1,5 millones de euros. Dinero que tenían guardado, como han asegurado, en un ropero. Lo que no se esperaban las bienhechoras es que la noticia tuviera tal trascendencia, y de repente, la cantidad que dicen, se les ha sustraído, es de 500 mil euros.
Y la verdad es que, a día de hoy, se ha especulado más con el origen del dinero y con la posibilidad de que éste haya o no pasado por hacienda, que con la autoría del delito en cuestión. Pero es que la verdad es que el asunto tiene miga porque si entran en el convento y les roban 20 hábitos, 7 escapularios y 3 biblias podríamos considerarlo un hurto acorde al lugar, pero que se lleven 1 millón y medio de euros de un ropero y que guardaban en bolsas de basura, suena más a historia de Julián Muñoz y toda esa chusma.
Sobre la procedencia del dinero, todos los datos apuntan a que son ingresos percibidos por las ventas que realiza una magnífica pintora del monasterio, Sor Isabel Guerra y cuyas piezas artísticas se cotizan muy alto. La religiosa ha conseguido que se pague por algunas de sus obras hasta 48 mil euros, por lo que si hacemos cálculos, vendiendo 30 cuadros a este precio, la multiplicación nos da la suma robada.
Claro que lo que no acaba de cuadrar es por qué el dinero estaba guardado en un ropero y en bolsas de basura. ¿Se imaginan ustedes lo que habría pasado si Sor Tilegia, pensado que las bolsas contenían ropa usada se las llega a entregar a los pobres? Que disgusto se habría llevado la madre superiora! Pero de vueltas al lugar del depósito financiero de las monjitas, no es tan descabellado pensar que allí lo guardaran puesto que los bancos están hechos para los ciudadanos que estamos acostumbrados a que nos roben a diario.
Así que, como desconozco el… de dónde, cómo, por qué o incluso “a cuento de qué”, estas dulces señoras consiguieron una suma tan alta que yo no veré ni trabajando dos vidas, no volveré a poner la “X” en la casilla de la iglesia en mi declaración de la renta con lo cual, les retiro mi ‘Voto de Confianza’ hasta que no vea en realidad que ellas mantienen su ‘Voto de Pobreza’.
Esta es la crónica habitual, de un día como otro cualquiera…