Roberto Cohen es médico forense y fue también el encargado de leer la parte del documento pericial que hizo que Enrique Sacco llorara por primera vez este lunes a la tarde en el Salón de los Derechos Humanos del Palacio de Tribunales, en la primera audiencia del juicio oral y público que investiga la muerte de la periodista y legisladora porteña Débora Pérez Volpin.
Ante el juez Javier Anzoátegui, Cohen sostuvo que de la historia clínica a la que el Cuerpo Médico Forense tuvo acceso y de la autopsia y los estudios histopatológicos que ese grupo profesional llevó a cabo se desprende que Pérez Volpin no padecía ninguna enfermedad preexistente que pudiera resultar mortal. Y cuando lo dijo, Sacco -última pareja de de la periodista- lloró. Pocos minutos después, cuando Cohen concluyó en que “se trató de una muerte violenta”, Sacco se quebró de nuevo: el llanto le duró más.
En silencio, en la misma sala en la que tuvo lugar el Juicio a las Juntas, la anestesista Nélida Inés Puente y el médico endoscopista Diego Ariel Bialolenkier también escucharon a los peritos oficiales. Juntos habían dado inicio a la endoscopía durante la que Pérez Volpin se descompensó el 6 de febrero de 2018 en un quirófano del Sanatorio de La Trinidad de Palermo. Ambos enfrentan la acusación por homicidio culposo, que podría valerles hasta cinco años de prisión y diez de inhabilitación profesional.
“Hubo una perforación de carácter instrumental en el esófago: se trata de una lesión que se provocó por una fuente externa, equipamiento médico, que pudo haber sido un endoscopio”, dijo Cohen, que junto a otros cuatro médicos forenses llevó a cabo el peritaje oficial, y sumó: “Hubo pasaje de gas a presión hacia el mediastino. Eso provocó neumomediastino, neumotórax, neumopericardio, desaturación, bradicardia y finalmente un paro cardíaco. Se produce un enfisema subcutáneo que obliga a suspender la endoscopía y a reanimar. En ese momento el elemento catastrófico ya está establecido: la causa de la falla cardíaca y de la muerte es el barotrauma de origen instrumental. Ingresó un alto volumen de gas con alta presión y de manera abrupta”. Entre las conclusiones que el equipo de cinco médicos mencionó ante el Tribunal Oral en lo Criminal y Correccional N° 8 de la Capital Federal estuvo que “las maniobras de reanimación eran las adecuadas pero no resultaron efectivas”.
“¿La lesión en el esófago era vital?”, fue una de las preguntas del abogado Diego Pirota, que representa a la familia Pérez Volpin. “Sí”, respondieron los médicos. Entre otras afirmaciones, detallaron que “el estómago de Pérez Volpin recibió en breves instantes cuatro litros de gas, diez veces más de lo que es normal, y lo recibió a alta presión”.
En las pantallas de la sala -algunas apuntan al estrado de los jueces, otras a los escritorios de la querella, la fiscalía y los acusados-, hubo fotos de la autopsia de la periodista: con un puntero, uno de los peritos señaló la inflamación del abdomen de Pérez Volpin durante ese examen médico. “No sólo lo vimos, sino que lo tactamos y lo escuchamos: al abrir el abdomen escuchamos cómo salía el aire”, detalló el médico Alejandro Rullan Corna, también parte del cuerpo forense.
“Quisiera conocer la experiencia como gastroenterólogos o como endoscopistas”, consultó el abogado Roberto Churba, que defiende a Bialolenkier. Uno por uno, los cinco médicos que dieron cuenta del informe pericial respondieron que no son ni gastroenterólogos ni endoscopistas. “El Cuerpo Médico Forense no cuenta con gastroenterólogo hace años”, sumó uno de ellos, el médico anestesiólogo Héctor Papagni. Fue él quien respondió la consulta de Eduardo Gerome, abogado de Puente, sobre si “el accionar de la anestesista podría haber sido otro”: “Hemos considerado que lo que se hizo está adecuado a lo que debe hacer un anestesiólogo. Sobre la posibilidad de hacer otras cosas, siempre se puede hacer más”. “¿Cuál es la presión de aire que sale de un endoscopio? Esta defensa entiende que es de 40 a 60 mililitros por minuto”, sostuvo Churba. “Los dos ingenieros consultados sobre el endoscopio sostuvieron que el instrumental usado no funcionaba correctamente e insuflaba 2,2 litros por minuto”, respondió Cohen.
Después de la declaración del cuerpo forense, el médico pediatra Hugo Botto, especializado en endoscopías respiratorias de niños y adolescentes, tuvo que responder preguntas. Según contó, la tarde del 6 de febrero de 2018 estaba a punto de operar a una paciente en el quirófano 2 de La Trinidad y una instrumentadora “llegó corriendo, desesperada, para que fuera al quirófano 6”. “Me pidieron que hiciera una traqueotomía pero planteé que iba a intubar a la paciente. Llevó no más de siete minutos, pedí que verificaran que las vías aéreas de la paciente recibieran ventilación, me dijeron que sí, y volví a mi quirófano a operar a mi paciente que ya estaba dormida. Me acuerdo de que en ese momento alguien gritó ‘minuto 27’, infiero que el paro llevaba ese tiempo”, contó. “¿Si los pulmones están colapsados -ese estado habían descripto antes los peritos oficiales- pueden recibir ventilación?”, indagó Churba. “No, no se expandirían”, respondió Botto. Mariano Cúneo Libarona, también abogado de Bialolenkier, preguntó a Botto si los resultados en el quirófano podrían haber sido distintos en caso de que la intubación se lograra antes: “No puedo hipotetizar sobre eso”, contestó el especialista. Pocos minutos después, Cúneo Libarona repitió la pregunta: “Ya fue respondido”, sostuvo Anzoátegui.
Este martes tendrá lugar la segunda audiencia: será el turno de los peritos de parte. Son ocho y declararán uno por uno.