Las fotografías nos han servido para inmortalizar momentos de nuestra vida. La llegada de la era digital convirtió a las fotos en algo más habitual, creció tanto el volumen de “recuerdos” que ya no se disfrutan de la misma manera que cuando tenías el álbum de fotos de tus padres. Algún día nos arrepentiremos de tener todas nuestras fotos viejas digitalizadas. El día que perdamos absolutamente todos nuestros recuerdos gráficos por culpa de un disco duro defectuoso nos acordaremos de estas palabras.
Todo esto se convierte en un drama para muchos, en cambio para otros como yo, no tiene la más mínima importancia. Tengo un problema, no soy nostálgico. Hace mucho que no guardo recuerdos de mi vida. Si, algunos amigos me dicen que me arrepentiré cuando mi hija quiera ver fotos mías de cuando era niño. Pero ni tengo ni creo que las vaya a recuperar nunca. Con tanta mudanza y cambio de ciudad los recuerdos se quedaron por el camino, que es donde se deben de quedar.
En realidad, pensándolo bien, no tengo casi fotos mías de cuando era pequeño. Llegó un momento en el que yo era el fotógrafo de la familia, el que grababa en video siempre, y por tanto nunca salía en las fotos y los videos caseros. Y ahora que soy padre, menos todavía. Siempre soy yo el que maneja la cámara y tengo poquísimas fotos de nosotros 3 posando juntos.
Como te decía antes, no sufro de nostalgia. No me desvela olvidar las caras y los nombres de mis amigos de la infancia que se quedaron a 1.000kms. No pienso que cualquier tiempo pasado fue mejor. No pienso que el futuro sea una mierda ni busco refugio en las fotos amarillentas para llenar de felicidad mi presente angustiado. Si, vale, quizás tú si que eres de los que tiene tomos y tomos de fotos antiguas, de tus abuelos, tus padres, tus hermanos… Y seguro que en muchas ocasiones al volver a ver una foto vieja de un día especial se despierta algo en tu corazón. Pero ya digo que en mi caso no es así. O al menos hace mucho que no es así, porque de pequeño si me gustaba ver las pocas, poquísimas fotos antiguas que había de la familia de mis padres.
Ahora que lo pienso bien, tal vez sea un trauma que tengo de pequeño y hasta ahora no me había dado cuenta de ese detalle. Casi no tuve fotos de mis abuelos ni de la familia de mis padres. De hecho he visto sólo una foto de mi abuelo paterno al que no conocí en vida. De su mujer he visto también solo una foto, aunque a ella si la llegué a conocer en vida, pero pocos años. Y de mis abuelos maternos pues más o menos igual, un par de fotos antiguas y poco más, aunque en su caso si pude conocerlos mucho más en vida, aunque con tantos tietos siempre tuve la impresión que no prestaron mucha atención en otro nieto más.
No sufrir nostalgia tiene muchas ventajas, para empezar estás libre de cambiar de aires en cualquier momento. Te buscas nueva ciudad donde trabajar, te cargas en el coche a la familia y carretera y manta. No habrá nada que dejes atrás y que te quite el sueño por las noches cuando lo eches de menos.
La falta de nostalgia suele ir asociada a las personas como yo que tenemos atrofiado el sentido “gregario”. Somos los que siempre hemos hecho un poco la guerra a nuestro aire, sin grandes grupos de amigo, sin haber formado parte de una “tribu” identitaria.
En este caso si que me habría gustado tener una peña enorme de buenos amigos con los que tener una convivencia amistosa, pero en el fondo mi personalidad nunca ha sido así. No digo que no me guste una juerga entre amigos, pero si que con los años me he vuelto más solitario, más casero todavía, más reservado, valoro más mi vida privada y soy más celoso de mi intimidad.
Una cosa no quita la otra. Que me haya vuelto un puñetero asocial no significa que no me guste la gente, que no tenga buenos amigos o que no me guste tener a gente en casa pasándolo bien. Pero sería un poco absurdo que en mi juventud haya ido a mi puta bola y ahora que tengo a vida bastante resuelta me busque compañía. Sería como jugar a algo a lo que no estoy acostumbrado, creo que en el fondo no sabría como comportarme.
Hoy os cuento esto porque una compañera del trabajo ha traído un libro hecho con todas las fotos que tiene su familia de ella, desde que nació hasta la semana pasada en la que cumplió 40 años. El libro está muy bien, están ordanadas históricamente y tiene de todo, no falta la foto del bautizo, vestida de comunión, en bikini en la playa, con sus primeros novios, su boda, sus hijos, la última foto con sus abuelos… Lo que viene siendo un álbum típico.
Pues bien, en la mesa estábamos sentados todos rodeando el álbum y disfrutando de las fotos como si fueran nuestras. Corrijo, no, no estábamos todos, yo no estaba. No me llama la atención en absoluto, no hay algo en mi pasado que me haga entristecerme y lo eche de menos. He sido muy feliz de niño con mis padres y hermanas y lo soy ahora con mi propia familia.
Mirar atrás con nostalgia es como despreciar lo que tienes ahora, y yo me siento muy orgulloso de lo que soy, de lo que tengo y de lo que me rodea hoy.
¿Y tú, eres nostálgico? ¿Disfrutas viendo fotos antiguas? ¿Echas de menos algún momento del pasado?