



Comenzaba mis elogios con el músico belga René Jacobs por todo lo que supone en la interpretación de la música de los siglos XVI al XVIII en las últimos décadas donde Mozart también ha estado siempre presente, y este Don Giovanni de gira con parada en Oviedo lo recordaremos mucho tiempo. Formación ideal en número con ese color instrumental especial que dan los instrumentos llamados antiguos, básicamente la madera y metal, además de la cuerda o el fortepiano sustituyendo a un clave que en el Clasicismo pierde protagonismo, así como los timbales naturales. Supongo que la afinación también estaba más baja que en la actualidad, favoreciendo el lucimiento de los cantantes en los registros extremos, especialmente las voces agudas, y optando por tiempos agradecidos por movidos incluso en las arias más conocidas, tendentes casi siempre a retener velocidades para no comprometer las agilidades, aunque el elenco vocal no tuvo problemas en ningún número, siendo de agradecer unos ornamentos muy trabajados en todos los "da capo". En suma una versión viva que no hace olvidar en ningún momento el drama universal del Don Juan.

El coro al completo sólo tiene la intervención del primer acto con Zerlina, mientras las voces graves (siete por cuerda) tienen dos apariciones que resultaron convincentes de volumen, presencia, afinación así como el movimiento escénico donde camisas blancas y después negras es suficiente para convencernos de la acción. Bravo por el coro catalán.

El barítono noruego de formación danesa Johannes Weisser bordó su Don Juan, altura en todos los sentidos que le dan presencia independientemente de dónde se coloque para cantar, llenando la escena allá donde vaya, perfilando este personaje que resulta cómico dentro del drama, conquistador de todo y no sólo de lo que lleve faldas.



