Revista Cultura y Ocio
Tuve la satisfacción de incluir —creo que por primera vez— a Pablo Guerrero (Esparragosa de Lares, 1946) en una antología de poesía contemporánea. De Extremadura, es verdad; de donde nunca ha olvidado que era oriundo este emigrante. No fue mérito mío, claro; sino de Pablo, en primer lugar, por haber escrito la poesía que ha escrito, y de un lector de ella que me preguntó un día en público hace ya diez años por qué Pablo Guerrero no era incluido habitualmente en las recopilaciones de la poesía extremeña y si yo consideraba que debería estar. Asentí y tomé nota. El resultado de aquello fue el volumen primero de la antología Literatura en Extremadura 1984-2009, que publicaron la Editora Regional de Extremadura y Del Oeste Ediciones en 2009, con una selección de una parte significativa de la obra poética de Pablo Guerrero; desde aquellas primeras Canciones y poemas de 1989 —también publicadas en la Editora Regional—, hasta sus libros Los dioses hablan por boca de los vecinos (1999) o Escrito en una piedra (2007). Aquello no fue un homenaje excepcional, pues Pablo ha seguido publicando desde aquella fecha y ha demostrado a todos que ha sido y sigue siendo siempre poeta. Ahí están sus libros Los cielos tan solos (2010), ¿No son copos de nieve? (2012) o Las letras de Morella (2014). Con todo merecimiento, se le rinde mañana 14 de agosto un homenaje en su pueblo natal que ha sido promovido por algunos de sus amigos y en el que participarán destacados músicos y estarán presentes de otro modo muchos de los poetas extremeños amigos con los que contó para su disco Luz de tierra (2009). Música y palabra.