Es sorprendente encontrar en grupos de Facebook y foros diversos, preguntas del tipo de: “Mi bebé de once meses está amarillo, ¿es normal?” “Mi hija ha estado vomitando muy seguido este año, ¿qué puedo hacer?”
Lamentablemente, hay muchas personas sin acceso a servicios médicos; sin embargo, el contexto de algunas de estas publicaciones hace concluir que no es falta de acceso a un médico lo que motiva preguntar estas cosas en tales espacios: es el no dimensionar la repercusión de recibir consejos de salud de personas sin preparación para darlos; en muchos casos, además, personas desconocidas.
No es que haya que ir a médico por cada pequeña molestia; pero una cosa es beber una infusión de manzanilla para aliviar los cólicos menstruales y otra tomar con ligereza signos o síntomas que pueden comprometer la salud de niñas y niños. En el caso de los bebés, la situación es todavía más delicada.
Otra cosa es buscar consuelo, aliento o apoyo moral. Es bueno que las redes sociales sirvan para acompañar a una mamá que está nerviosa, esperando los resultados de unos análisis o a un papá preocupado porque el tratamiento de su hijo no está dando los resultados esperados. De hecho, las redes pueden ser una herramienta para encontrar buenos médicos, nutriólogos, psicólogos, etc. No es lo mismo preguntar a un grupo de mamás: “¿Cuál pediatra me recomiendan?”, que hacerles a ellas la consulta pediátrica.
Hay que mencionar también a quienes responden a estas publicaciones, haciendo sugerencias sin pensar en las consecuencias posibles. Seguramente la mayoría tiene buena intención, pero sugerir remedios para los problemas de salud de niñas y niños sin tener la formación para hacerlo puede retrasar el momento de que la criatura reciba el tratamiento adecuado, enmascarar los síntomas o empeorar la situación.
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