No es bueno para una democracia que la justicia no funcione. Y tampoco que genere sensación de falta de imparcialidad. Hizo mucho daño a la credibilidad de la justicia cuando el Supremo deshizo con urgencia la decisión de otros jueces sobre el pago de los impuestos por las hipotecas. El pasado pesa.
Somos el país del mundo donde la justicia ha desoído más casos de violación de los derechos humanos. Cosas que pasan cuando la justicia se acuesta franquista y se levanta demócrata. Hay cosas que cuando las regalas pierden su interés. Como el carnet de demócrata. Hay que ganárselo. Quizá por eso mismo, Pablo Casado lleva unos días dando gritos a los jueces del Consejo General del Poder Judicial para que hagan esto o aquello. Si el "¿quién pone al fiscal general?" que espetó Sánchez a un periodista no estuvo bien, el "¿a ti quién coño te ha puesto ahí?" de Pablo Casado a los jueces del CGPJ, del Constitucional, del Supremo o del Tribunal de Cuentas es aún más bochornoso. Aunque se critique menos.
El Consejo General del Poder Judicial ha sacado un comunicado pidiendo "moderación, prudencia, mesura" y "responsabilidad institucional". El Vicepresidente Iglesias dijo en una entrevista que la justicia europea ha humillado a la justicia española. Porque es evidente que nos han enmendado la plana desde Bruselas diciendo que Junqueras tenía que haber recogido su acta de eurodiputado. De un tribunal administrativo como la Junta Electoral Central haciendo de jueces, ni hablamos.
A nadie se le escapa que el CGPJ no es, bajo la presidencia de Lesmes, un espacio de gobierno de los jueces, sino el último estertor del control por parte del PP de la judicatura. No es gratuito que el PP esté torpedeando la renovación de este órgano, porque por cada juez conservador, incluso reaccionario, que salga, es probable que la nueva correlación de fuerzas parlamentaria lleve a que entre un juez o jueza progresista o, incluso, independiente. Lesmes ha puesto y quitado jueces por toda España como antes hacían los mandarines en la Universidad colocando catedráticos afines, eso sí, solo si antes les habían llevado la cartera.
Al CGPJ le pasa como a la Asociación de la Prensa, que se calla cuando un medio de comunicación patea la Constitución y la ética periodística desde la derecha o la extrema derecha pero se rasga la camisita en la Gran Vía si alguien le dice alguna verdad a algún periodista mercenario o a sus jefes. La Asociación de la Prensa patrocina cada año corridas de toros en las Ventas, para que alguna reliquia de periodista ebrio y nublado de farias suelte chascarrillos interminables. El Consejo General del Poder Judicial, cuando toca, pide mesura "a la izquierda" aunque no se conozcan los chascarrillos.
El mismo CGPJ que ha callado tantas veces cuando se ha atacado a jueces independientes, el que no tuvo el coraje de defender a Victoria Rossel del sinvergüenza juez Alba, el amigo hoy encarcelado del Ministro Soria, que quiso construirle un caso para sacarla de las listas de Podemos. Hubiéramos necesita un CGPJ independiente, moderado, prudente, mesurado, con responsabilidad institucional, para llamar la atención acerca de la politización de la justicia, del nombramiento de militantes del PP para el Tribunal Constitucional, del whatsapp de Ignacio Cosidó, Director General de Policía y miembro de la Ejecutiva del PP, tranquilizando a los parlamentarios del PP diciéndoles que iban a controlar la sala segunda del Tribunal Supremo, la de los aforados, por detrás. Nada del CGPJ sobre el papel del juez Marchena, que estaba en ese escenario donde querían controlar el Supremo y saltó a juzgar a los políticos catalanes encarcelados por un delito de desobediencia convertido en sedición por la presión de un PP cayetanizado y chamuscado que echa de su partido a gente como Borja Samper. O del apartamiento de jueces independientes que estaban juzgando el caso Gürtel. Ahí, el CGPJ, no solo calló, sino que ejecutó a mayor gloria de los intereses del PP.
Carlos Lesmes, nombrado por Aznar, cree en el lawfare, es decir, en la lucha judicial como herramienta esencial de la lucha política contra la izquierda, a la que acompañan las campañas mediáticas. Además, ha devuelto a la judicatura el sesgo clientelar. La amistad con Lesmes, por encima del sesgo ideológico. Así que chitón. El que se mueva no sale en la foto.
Quizá por eso el CGPJ quiere regañar al Vicepresidente Iglesias, que en el fondo lo que ha hecho ha sido pedir moderación, prudencia, mesura" y "responsabilidad institucional" a los jueces que dictan sentencias que luego las tumban en Europa, que también dicta justicia en España porque así lo hemos decidido los españoles. El frente contra el Gobierno de coalición va a ser mediático y judicial. El mensaje del CGPJ es heraldo, avanzadilla de lo que viene.