Revista Deportes
Otro partido extraño, en una semana de cumpleaños culé. En la víspera el rival blanco ganaba con otro escándalo, éste si cabe menos disimulado por la exigencia del guión.
Si fuéramos de otro estilo hablaríamos del espíritu de Kubala, o de lo maravilloso que es este equipo que no se rinde nunca, que lucha hasta el último suspiro y que tenía fe en sus posibilidades a pesar de todo, a pesar de que a Suárez le anularon un gol legal, a pesar de las amarillas en una sola dirección, y destacaríamos lo grotesco de esos gritos contra el Barça y contra Catalunya.
Pero somos culés, y venimos de una época maravillosa en la que ganábamos y disfrutábamos del mejor fútbol de la historia, y no nos gusta ver al equipo así, nos duele ver a Alves centrando balones que nadie podría rematar, y nos sigue molestando que pasen cosas como que en el minuto 45 y medio en nuestro último ataque del primer tiempo, nos vayamos 8 a rematar un córner y una vez más permitamos al rival llegar solo contra Bravo.
Sin embargo, nuestras reticencias, nuestras malas caras viendo el partido, no nos impidieron disfrutar del golazo de Busquets, saltar del sofá y hasta dar un grito de júbilo con la victoria.
Anteriormente habíamos sufrido con las contras locales, con el fallo de Suárez(o el paradón de Diego Alves, al César lo que es del César), con los errores en defensa, con cada balón perdido que era medio gol, y con la lentitud de un centro del campo en el que Xavi no estuvo nada fino y en el que Busquets estaba en tierra de nadie.
Atemorizados viendo que nuestro mejor hombre era el portero que a lo largo del partido nos salvó en 3 buenas ocasiones, y que nuestra delantera, el famoso tridente, no estaba fina, fallando cosas increíbles.
En la segunda parte seguíamos sufriendo con el gol legal anulado a Suárez(esos miedos arbitrales a que los señalen por la calle o a que les envíen reporteros a sus pueblos, o lo que es peor, a verse en medio de una diana si algo sale mal) y nos íbamos desesperando minuto a minuto, casi firmando el empate temerosos de que aún pudiera ser peor.
Al final, sin recurrir a espíritus del pasado, y apelando a esa épica que parecía ser siempre del mismo pero que a veces, si la buscas, aparece, llegó el gol de Busi, que ya lo mereció Neymar en el primer remate y que nos llevaba a la alegría de vernos de nuevo a dos puntos del líder, que está gastando los comodines arbitrales cada semana y pueden acabárseles.
No hay que lanzar ninguna campana al vuelo, ni siquiera borrar esa media sonrisa que tiene miedo en convertirse en alegría, pero ayer uno en Málaga y otro en Valencia, estaban a punto de amarrar una liga más para los suyos, y al final, en el último segundo del alargue, se vieron frustrados y lo que es peor, obligados a seguir comodín tras comodín, para mantenerse arriba.
Y nosotros, tristes, enfadados con la directiva, molestos con Zubi(y motivos tenemos para escribir un libro) seguimos a un agarrón, a un penalti o a un centímetro del liderato.
Mientras jugamos con 17 y otros mantienen el 11 inicial semana tras semana.
Y esto es muy largo.