Queridos lectores, no sé de dónde me lean o por qué estén pasando…pero les cuento que soy un alma intensa. Después de ciertos periodos de autoconocimiento es que finalmente llega el soltar de aquellas experiencias que quizá no fluyeron como hubiese querido. Es así que surgió este pequeño texto: de la calma y la aceptación de que todo lo que viene, también se va. El desapego en palabras, mi terapia de sanación. Aquí les va:
Liberación
Y así, un día te levantas y ya no importa. Aquello que pesaba ya no pesa. Es la liberación del ser: no sentir, no padecer. Dejar ir es increíble. Todo un proceso pero increíble. Simplemente sonríes al mirar atrás y sigues tu camino. Ese punto de resistencia se ha ido. Ya no piensas en el «qué hubiera sido». Te das cuenta de que el sentimiento ha cambiado, que tus prioridades son otras, que lo que importaba ayer, hoy ya no importa. Pero el tiempo sí es sabio. La liberación comienza cuando ya no añoras lo que creías haber necesitado. Lo que creías necesitar era solo un conjunto de pensamientos que generaban sentimientos. En el momento en que la perspectiva de lo que piensas cambia, también lo hacen tus emociones y es así que te das cuenta de que la liberación ha derramado sobre ti su bendición. ¿No es acaso el dejar de resistir una bendición? ¿El darte cuenta de que todo pasa de la manera perfecta? Entonces, ¿son los sentimientos relativos?. Son exactamente lo que sientes en cada momento vivido, pero ese momento no dura para siempre. Luego, el sentimiento se convierte en recuerdo. El recuerdo permanece intacto pero ya no causa malestar al pensar en su desenlace, en cómo acabó una historia, en qué se dijo o qué no: simplemente fluyes y aceptas. Se acepta todo, con lo profundo de lo que pudo haber sido, con las lágrimas y las alegrías de los momentos vulnerables y vividos. Y de eso se trata la vida: de momentos, pensamientos, sentimientos y de la interacción con otras personas que juegan un rol importante en determinada etapa de tu vida. Y cada etapa, cuando acaba, te libera. Y así, un día te levantas y ya no importa. Aquello que pesaba, realmente ya no pesa. Es la liberación del ser: ese punto de resistencia se ha ido. Aún sigues contigo mismo, te tienes sintiendo y vivo. Estás abierto a nuevas experiencias, a más momentos únicos. El amor no expira.