Revista Deportes

Para superar la crisis, Rugby

Por Tarrako @angelllcp
Os dejo este artículo tomado prestado de Confesiones desde el Sin Bin, vale la pena, vale mucho la pena.
RUGBY CONTRA LA CRISIS

Suena el despertador. Hace tiempo que ya no da la hora. El despertador ya no dice "son las seis de la mañana" ni las siete, ni las ocho. El despertador hace tiempo que dice "la prima de riesgo está en 500 puntos". Abres las cortinas y miras al cielo encapotado, negro, amenazante. "La que va a caer hoy" piensas. Y cae, el IBEX, un dos, un tres, un cuatro… Y en ese momento te haces la pregunta, esa pregunta diaria, inapelable, incontestable… ¿Cómo hemos llegado hasta aquí?

Esta triste rutina, esta espiral descontrolada sólo se ve rota por un despertar bien distinto. El día que abres los ojos y saltas de la cama, tu ropa preparada en la mesa o en la silla. ¡Hoy toca rugby! Entonces no hay gesto torcido, no hay cabeza baja ni hombros caídos. Hay excitación, esa sensación inocente en la barriga, de niño pequeño. Mientras te preparas piensas en el placaje que vas a poner, en el que seguramente vas a recibir, en ver a los amigos, en volver a ponerte a prueba. En superarte. En pasar un buen rato. ¿Y ya está?

No. En un país donde todo el mundo parece saber de economía yo sigo sin saber nada. Sólo sé que hasta aquí no nos han traído sólo los “mercados”. Hasta aquí nos ha traído una crisis más profunda, de la que hemos sido culpables en parte, que ya se empieza a mencionar como causa importante en muchos sitios. Una crisis de valores. Sí, porque los valores forman personas. Y sin valores, se forman personas sin valores. Y con personas sin valores, se cometen barbaridades, se vive por encima de las posibilidades, como en un baile de máscaras, jugando a ser quién no somos y pretendiendo vivir una vida que no nos toca o no nos hemos ganado, o quizás que ni siquiera necesitamos vivir. Aplaudimos la mediocridad, empujamos al vecino, apoyamos la ley del mínimo esfuerzo, ¡Yo también quiero! Claro, a la larga, esa falta de valores que parece palabra de románticos anticuados, se nota. Y ahora, con la sociedad hecha trizas, nos damos cuenta.
Pero esto es un artículo de rugby. Y como en el rugby se trata de mirar hacia adelante, de avanzar, sea sobre barro, hierba o arena, bajo lluvia, nieve o sol, eso es lo que haremos. El rugby puede jugar un papel grande en la reconstrucción de nuestro sistema de valores, o si ya es tarde, en el de los que vienen. Hemos de aprovechar la tradición y las bases de un deporte que nos ofrece mucho, que nos ha demostrado su valor como herramienta de creación de personas. Porque, al fin y al cabo, de eso trata el deporte, de crear personas. Le hemos visto muchas caras al rugby. Una cara con bigote, la que todos los Noviembres nos ayuda a nosotros. El rugby de Inés, estos días, que le ayuda a ella. El rugby de Matt Hampson, que ayuda a los que piensan que ya no hay ayuda posible. El rugby social del programa televisivo británico “Hard Knocks” que en sus numerosas temporadas, ha ayudado a centenares de chicos con problemas, ajenos a que un óvalo les podía cambiar la vida. El rugby que une y no separa, como aquellos Springboks de Mandela, el XV del trébol o los British and Irish Lions. El del respeto, el orgullo de Croke Park. El rugby que nos une cada fin de semana en el central universitario, a la sombra de una terraza que no será nada del otro mundo, pero para mí es mi casa, con los míos.
Porque entre otras cosas, el rugby ha escuchado. Ha sabido tener espíritu de autocrítica, ha sabido incluir, promover la igualdad (que no igualar, eso es lo fácil, muy típico de políticos modernos) respetando las diferencias que nos hacen a todos distintos pero iguales. Puede que sea el rugby uno de los pocos deportes donde no se ha de esconder la condición sexual de cada uno. Donde no importa la raza, el color de tu piel o tu procedencia. No, no estamos hablando de un deporte perfecto, de la panacea, del cielo en la tierra. Pero sí de un deporte que aprende de sus errores, evoluciona, escucha ¡qué difícil es eso hoy en día! ¿Cuánto cuesta meter un dedo en el ojo en otros deportes? Lo hemos comprobado hace no mucho. El rugby no duda en que caiga todo el peso de su ley. No tiene miedo a nombres ni apellidos. El rugby es duro, como dura es la vida. No hay regalos y los placajes duelen. Pero en el rugby no valen máscaras ni caretas, y quién eres te toca defenderlo en el campo. No vale vivir por encima ni empujar al compañero, porque luego a la larga, tú también caes con tu egoísmo. ¿Os suena?
Porque el rugby es un deporte para los padres. Quiero creer que los padres querrán que sus hijos aprendan el valor de respetar a los mayores. De respetar al árbitro. De la disciplina. Que aprendan que para conseguir una meta hay que poner detrás mucho esfuerzo, sudar y apretar los dientes. Que aprendan a levantarse cada vez que se caigan. Que la vida es competir, y el rugby es competir, pero que la honradez y la nobleza todavía juegan un papel en esa “competitividad”. Que hay que superar al rival pero no pasarle por encima, que hay que poner la mano cuando se gana y cuando se pierde. Que los padres quieren que sus hijos no sean insultados por otros padres mientras juegan. Quiero creer en todo eso. Quiero creer que los padres quieren que el deporte forme personas. Que sus hijos sean personas.
Porque el panorama nacional está sembrado de héroes anónimos, puro ejemplo de que en rugby se empuja sin importar el nombre que ponga en tu camiseta. Gente que aporta dinero de su bolsillo una y otra vez. Gente que lo da todo y no pide nada a cambio. Leones y leonas que estudian y defienden la camiseta nacional. Jugadores y jugadoras que estudian, trabajan, son padres, madres o hijos y defienden la camiseta de su club. Y todos ellos han de ser el modelo a seguir de la sociedad, no aquellos que sólo saben enseñar lo que se han ganado con el mínimo esfuerzo, o personajes inventados que nunca jamás han hecho nada, vendedores de humo. Es el “héroe de la calle” el que debe formar el futuro y alumbrar el camino. Y no sólo el héroe de rugby. El deporte nos guarda más ejemplos: el que se levanta todos los días a las cinco de la mañana y mientras corre entre la oscuridad piensa en levantar los brazos en el ring, el que se tira a la piscina a las seis de la mañana (en la piscina sí que están puestas las calles a esas horas) y comienza un ir y venir solitario que dura horas, el que pedalea por una carretera que parece subir al cielo mientras su mente desciende al infierno…
Todos esos me recuerdan a que ahora vienen los juegos Olímpicos. Un concepto, el Olimpismo, que defiende la pureza de todo lo que he descrito en los párrafos anteriores. ¿Y que hay más olímpico, en el sentido más profundo de la palabra, que el rugby? Esperemos que el seven sea solo el principio, porque digan lo que digan los que mandan, rugby es olimpismo puro y duro.
Difundir el rugby, comentar el rugby, promocionar el rugby, ver el rugby, vivir el rugby, jugar al rugby. Todo eso nos ayudará, poco o mucho no lo sé. Más rugby…
...Y así, con más rugby en nuestras vidas, habrá más gente con valores. Y con más gente con valores, habrá más cordura entre la locura. Y menos mediocres ahí arriba. Y volverán los días en que el despertador daba la hora, y en que, como decía Preciado “salga el sol” por la mañana.

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