Revista Historia

“Para ti la perra gorda”

Por Exprimehistorias

Para ti la perra gorda es desistir en una discusión, en la cual se renuncia a continuar como dando la razón al otro pero sin querer dársela en realidad.

La perra gorda

Era el nombre con el que familiarmente se conocía a la moneda española de 10 céntimos de peseta.

El pueblo al ver el león que representaba el Imperio Español en su reverso y con el declive de las posesiones y territorios de ultramar, de forma despectiva empezó a decir que más parecía una perra que un león.

También se le llamaba perra chica a la moneda de cinco céntimos al tener la mitad del valor de la anterior.

La perra gorda fue emitida en 1870 por el Gobierno provisional, tras la reforma de 1868, en la que aparecían nuevas monedas, entre ellas la peseta. Era de bronce y su peso, era de 10 gramos.

En el anverso mostraba la matrona Hispania, sentada hacia la derecha sobre unas montañas que representan los Pirineos, con una rama de olivo en la mano que reposaba, junto a una leyenda que decía “diez gramos” y la fecha de acuñación.

En su reverso había un león tenante*, sosteniendo el escudo de España (que contiene León, Castilla, Aragón, Navarra y Granada en la punta) y una leyenda que decía “cien piezas en kilog.” y el valor de la moneda “diez céntimos”.

El diseño del reverso se eligió en un concurso. El trabajo presentado por Luis Plañiol, resultó elegido, sirviendo de modelo para el diseño definitivo de Luis Marchionni, que desde 1861 ocupaba el cargo de grabador principal de la Casa de Moneda de Madrid.

La ceca de acuñación fue la de Barcelona que se representó con una estrella de ocho puntas. Las monedas de 1, 2, 5 y 10 céntimos tenían iguales anverso y reverso, cambiando solo el valor facial y su tamaño.

En 1941 fueron sustituidas por monedas del mismo valor pero realizadas de aluminio y en el que se cambió el diseño (en el anverso aparecía un jinete íbero con una lanza y en el reverso el escudo de España con el águila de San Juan).

El bronce fundido, de todas las monedas antiguas de las perras gordas y chicas, fue utilizado en el tendido eléctrico del ferrocarril que unió la poblaciones de Ávila y Segovia.

Por extensión se siguieron llamando así las monedas de aluminio de igual valor emitidas durante el periodo de la dictadura del General Franco.

*Tenante es cada una de las esculturas que sujetan o acompañan los emblemas o escudos situados, en partes arquitectónicas de edificios exteriores como portadas o ventanas, así como también en los sepulcros.

Otras expresiones

¡Para ti la Perra Gorda!
¡Estar sin una perra!
¡Estar sin una gorda!
¡Fulano tiene muchas perras!
¡Esto no vale ni una perra!
¡Estar «desperrao»!
El que calla, otorga o no tiene una perra gorda.

Casa de la perra gorda

Era la Sede del Instituto Nacional de Previsión. Las primeras cotizaciones del seguro de vejez fueron de una perra gorda y daban derecho a una peseta diaria cuando se jubilaran.

Popularmente se comenzó a llamar a muchas sedes del INP como la casa de la perra gorda.

Los cotizantes eran tres:

El trabajador asalariado, el empleador y el Estado.

La pensión, también llamada “retiro obrero” proporcionaba un ingreso de una peseta diaria desde el momento de la jubilación, para aquellos que hubieran cotizado la perra gorda veinte años.

Los mayores de 65 años recibían, en casos significativos de avanzada edad, una cantidad única, en metálico, proveniente de diversos impuestos estatales.

La concesión de esta gratificación se realizaba en actos públicos, denominados “Homenajes a la vejez”, y constituían una ocasión de propaganda de la previsión.

La costumbre de llamar así a la Sede del Instituto Nacional de Previsión decayó cuando desapareció el Instituto, pero que aún hoy pervive entre la gente de mayor edad frente a las sedes de la Tesorería General de la Seguridad Social.

La remodelación de la sede de Tesorería en Granada, en plena Gran Vía de la capital nazarí, fue tratada por la prensa local, las autoridades locales, autonómicas y estatales, y el público en general, como la segunda inauguración de “la casa de la perra gorda”.

El proyecto data de 1925 y pertenece al arquitecto José Fernández Fígares. El artista vio premiado su proyecto en un concurso. Un proyecto diseñado sobre la base de una avanzada e importante ornamentación funcional, denominada por unos “Art Decó” y por otros cubista, en la que destacan los espacios redondos y el uso integrado de la luz y de materias y formas muy modernos.

Hay que decir que hubo varios más que trabajaron en el proyecto. Uno de ellos fue Leopoldo Torres Balbás. Su inicio se llevó a cabo por la Caja de Previsión de Andalucía Oriental, de ahí los tres escudos que aparecen en la fachada (Granada, Almería y Málaga) y se inauguró en el año 1932.

Destaca la intervención en su interior del artista Hermenegildo Lanz realizada en los primeros años de la década de los treinta y de la que sólo permanecen algunos elementos originales como la escalera de acceso al patio de operaciones, en curva y situada en una de las esquinas.

Originariamente el edificio estuvo coronado con una escultura alegórica representando a la Previsión Social, obra del escultor Pedro Loyzaga y que fue eliminada en 1980.

El maestro de la perra gorda

Apareció un día en el barrio de las injurias, a las afueras de Madrid, que estaba habitado por mendigos, gitanos y jornaleros pobres. Construyó una chabola y en ella escribió en letras minúsculas: escuela.

En menos de lo que canta el gallo se llenó de un enjambre de chiquillos astrosos, llamados golfos que se sentaban en el suelo alrededor de el. Los honorarios del Maestro de la Perra Gorda era eso: una perra gorda, 10 céntimos al mes por cada pupilo, a cambio les enseñaba el ABC.

La policía apreciaba el trabajo de este maestro pero poderes mas altos decidieron acabar con la escuela. Metieron a este hombre en la cárcel por “anarquista”.

El barrio de las Injurias estaba situado entre el paseo de las Acacias y el de Yeserías, en una hondonada en las cercanías de la hoy estación de Metro Pirámides, cerca del río Manzanares y con el puente de Toledo.

Allí malvivían, obreros y pobres que pagaban al casero un alquiler por sus pobres casas que se abonaba a diariamente. En 1906 el Ayuntamiento quiso derribarlo, pero al final no se hizo porque en septiembre de ese mismo año una lluvia torrencial lo inundó todo, destruyendo las pobres viviendas.

El ensanche de la ciudad hizo que nuevas y modernas construcciones ocuparan toda la zona.

Pio Baroja tuvo a bien describirlo en su libro Mala Hierba:

"El barrio de las Injurias se despoblaba, iban saliendo sus habitantes hacia Madrid…Era gente astrosa: 

algunos, traperos; otros, mendigos; otros, muertos de hambre; casi todos de facha repulsiva. Era una basura humana, envuelta en guiñapos, entumecida por el frío y la humedad, la que vomitaba aquel barrio infecto. 

Era la herpe, la lacra, el color amarillo de la terciana, el párpado retraído, todos los estigmas de la enfermedad y la miseria"

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Cuentos y novelas de Madrid. Madrid de ayer y hoy de Arturo de Barea. Pág. 141 a 144

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