El mejor, Onetti fue el mejor, me dice Juan Martini, cuando yo le digo que fue un grande. Y sí, dentro de los novelistas latinoamericanos no hay con qué darle. Ni Varguita, a pesar del Nobel, lo alcanza. Y, el otro, el otro Juan, Rulfo, tiene una obra inmensa pero corta.
Y, entonces, esta nouvelle, bien miserable, bien faulkneriana, como debe ser, es insuperable. Por la imagen de la mina y el chivo, tal vez por eso es insuperable.
Lo cierto es que mi sobrino se llevó Castellano o Lengua, o como mierda se llame ahora esa materia en la que se leen libros, y el profesor, un genio debe ser, les dio a leer esta obra maestra. Y claro, un pibe de 17 no lo entiende al Gran Viejo, porque Onetti es como el tango, te gusta ya de más grande o la terminás de entender más de grande. Entonces procedí a hacer el análisis de esta obra de arte que abajo copio.
En esta novela corta de Onetti se narra la relación de dos jóvenes universitarios (Tito Perotti y Jorge Malabia) con una mendiga (Rita). La misma se desarrolla en la ciudad de Buenos Aires, más exactamente en el barrio de Constitución, los muchachos viven en una pieza de pensión frente a la Estación de trenes y la mujer mendiga, acompañada por un chivo, a la entrada de la misma. Sin embargo, los tres protagonistas de la historia son oriundos de Santa María, ciudad mítica en la que transcurre parte importante de la obra de ficción de Onetti, ubicada a medio camino entre Buenos Aires y Montevideo.
La historia llega al lector referida por el Doctor- escritor de Santa María que deja testimonio de las entrevistas con los dos jóvenes y sus especulaciones sobre esta extraña relación triangular, además de su participación en el entierro de Rita, ocurrido en la misma Santa María, con la presencia del chivo y de Jorge Malabia. Todos los encuentros del Doctor con los protagonistas de la historia ocurren en Santa María.
El punto de vista de la narración tiene una peculiaridad: si bien toda la novela está narrada por el Doctor y, por ende, en primera persona; hay intercalado un capítulo, el tercero, que está narrado en tercera persona omnisciente. En realidad, al poco de leer el siguiente, nos damos cuenta de que es lo que el Doctor-escritor escribió especulando sobre lo que le había contado Jorge Malabia de esa relación.
Los testimonios de Jorge y Tito, que el Doctor-escritor nos refiere, se contradicen en parte y cuentan historias distintas. Por ejemplo, Jorge dice que la muerta que enterraron en Santa María no era Rita sino su prima Higinia, cosa desmentida rotundamente por Tito. Para agregar dudas a la veracidad de la historia, al finalizar el propio Doctor aclara que él contó la historia “con algunas deliberadas mentiras; no trataría de defenderme si Jorge o Tito negaran exactitud a las entrevistas”. También Jorge cuando le está contando al Doctor, al principio, le dice “Porque eso lo viví, o lo fui sabiendo, a pedazos. Y los pedazos que se iban presentando estaban muy separados –sobre todo por el tiempo y por las cosas que yo había hecho en los entreactos- de cada pedazo anterior. Nunca vi verdaderamente la historia completa…Y ni siquiera cuando hablábamos con Tito de la historia pude sentirla como una cosa completa, con su orden engañoso pero implacable, como algo con principio y fin, como algo verdadero, en suma. Tal vez ocurra ahora, cuando se la cuente, si encuentro la manera exacta de hacerlo”.
Y al final, Jorge, lo último que le dice es “hubo una mujer que murió y enterré. Y nada más. Toda la historia de Constitución, el chivo, Rita, el encuentro con el comisionista Godoy, mi oferta de casamiento, la prima Higinia, todo es mentira. Tito y yo inventamos el cuento por la simple curiosidad de saber qué era posible construir con lo poco que teníamos: una mujer dueña de un cabrón rengo, que murió, que había sido sirvienta en casa y me hizo llamar para pedirme dinero. Nada más… La dejamos así, como una historia que inventamos entre todos nosotros, incluyéndolo a usted. No da para más, salvo mejor opinión”. Y el Doctor-escritor le responde: “que da para mucho más, la historia; que podría contarla de manera distinta otras mil veces. Pero tal vez sea cierto que no valga la pena”.
Es esto lo que la novela muestra, la construcción de una historia se lleva adelante combinando pedazos de relatos, imaginación, verdades, mentiras, de distintos protagonistas y un narrador con derecho a contar lo que quiera.
Lo que distingue esta novela, al igual que gran parte de la obra del autor, es un clima desolador, miserable, decadente, “una confusión sin esperanzas”, que lo rodea todo.
Las imágenes de la mujer mugrosa mendigando acompañada por un chivo a la entrada de la estación de trenes o la del muchacho sucio, dejado, tirado en una cama todo el día, sin otra actividad, que fumar, mirar el techo y pensar, son las que mejor sintetizan lo que quiere transmitir el autor. O la imagen primera de la novela: el carro fúnebre tirado de unos caballos, seguidos a distancia por el joven sudado y cansado, acompañado del chivo viejo y cojo, en pleno verano, llegando al cementerio para tirar el cadáver en una fosa común (de ahí el título “para una tumba sin nombre” y, también, la duda sobre la verdadera identidad de la muerta).
Blog del autor del libro de cuentos "Historias fugaces de hombres y mujeres".