Revista Salud y Bienestar
Para vivir 100 años no es tan importante lo que usted come cada día como la genética que tenga. Sus genes tienen la clave o, al menos, esta es la conclusión a la que ha llegado un grupo de expertos de la Facultad de Medicina Albert Einstein de la Universidad de Yeshiva (Nueva York, EEUU) después de analizar el estilo de vida de 477 personas con edades comprendidas entre los 95 y los 106 años.
A diferencia de estudios previos, éste es retrospectivo, es decir, en lugar de hacerles un seguimiento para valorar sus hábitos y las edades alcanzadas, se les preguntaba sobre cuáles eran sus hábitos hace 30 años, cuando tenían 70. Para valorar los resultados, se comparaban con los datos de un grupo de personas que habían nacido en la misma época y que cuando rondaban los 70 participaron en el estudio epidemiológico NHANCES (Nacional Health and Nutrition Examination Survey).
Según desvela el artículo publicado en 'Journal of the American Geriatrics Society', la gente con longevidad excepcional no tenía hábitos más saludables que los demás. Por ejemplo, el índice de masa corporal era similar, no había diferencia de sobrepeso u obesidad entre ambos grupos y bebían la misma cantidad de alcohol al día.
En cuanto a la actividad física, sólo el 43% de los hombres centenarios había practicado ejercicio de forma regular, en comparación con el 57% de los hombres del otro estudio. Y cuando se les preguntaba sobre la dieta, tampoco había gran disparidad. La proporción de mujeres y varones de uno y otro grupo que consumían alimentos bajos en calorías y grasas era igual.
También se les preguntó por el tabaco y las tasas fueron similares. Casi el 60% de los longevos había fumado más de 100 cigarrillos a lo largo de su vida. Concretamente, los fumadores del grupo de los 'grandes supervivientes' habían mantenido esta adicción durante una media de 20-40 años, a razón de unos 12 cigarrillos al día. En definitiva, sus estilos de vida no habían sido modélicos respecto al resto. Las personas con longevidad excepcional no eran más saludables (en términos de dieta, actividad física, etc.) que el resto. Pero, probablemente, "sus genes les protegen".
-Algo más que una vida sana
Dados los resultados, los investigadores quisieron saber qué pensaban los participantes sobre los factores que habían podido influir en sus largas vidas. "Más de un tercio de ellos creía en la historia familiar y el rol de los genes". Pero también aludían a una dieta saludable, a la actividad física y otros aspectos como actitudes positivas, buena suerte, religión y espiritualidad.
La longevidad se lleva estudiando mucho tiempo y hasta ahora, todo indica que, en general, "los genes la condicionan un 25%-30% y el estilo de vida un 70%-75%", señala Leocadio Rodriguez-Mañas, jefe del servicio de Geriatría del Hospital Universitario de Getafe (Madrid). Lo cierto, continúa, es que son pocos los que alcanzan la longevidad excepcional, "menos de un 5% de la población". Y en éstos, el papel de la genética, como asegura el actual estudio, es especialmente importante.
De todas formas, esto no significa que no influyan también los hábitos de la vida diaria. "Está claro que si uno tiene mala genética no llegará a los 100, pero si la tiene, ella no es suficiente para alcanzar dicha edad", apunta el especialista español, que también coordina una red de investigación en España sobre el envejecimiento y la fragilidad en el Instituto Carlos III.
**Publicado en "EL MUNDO"
A diferencia de estudios previos, éste es retrospectivo, es decir, en lugar de hacerles un seguimiento para valorar sus hábitos y las edades alcanzadas, se les preguntaba sobre cuáles eran sus hábitos hace 30 años, cuando tenían 70. Para valorar los resultados, se comparaban con los datos de un grupo de personas que habían nacido en la misma época y que cuando rondaban los 70 participaron en el estudio epidemiológico NHANCES (Nacional Health and Nutrition Examination Survey).
Según desvela el artículo publicado en 'Journal of the American Geriatrics Society', la gente con longevidad excepcional no tenía hábitos más saludables que los demás. Por ejemplo, el índice de masa corporal era similar, no había diferencia de sobrepeso u obesidad entre ambos grupos y bebían la misma cantidad de alcohol al día.
En cuanto a la actividad física, sólo el 43% de los hombres centenarios había practicado ejercicio de forma regular, en comparación con el 57% de los hombres del otro estudio. Y cuando se les preguntaba sobre la dieta, tampoco había gran disparidad. La proporción de mujeres y varones de uno y otro grupo que consumían alimentos bajos en calorías y grasas era igual.
También se les preguntó por el tabaco y las tasas fueron similares. Casi el 60% de los longevos había fumado más de 100 cigarrillos a lo largo de su vida. Concretamente, los fumadores del grupo de los 'grandes supervivientes' habían mantenido esta adicción durante una media de 20-40 años, a razón de unos 12 cigarrillos al día. En definitiva, sus estilos de vida no habían sido modélicos respecto al resto. Las personas con longevidad excepcional no eran más saludables (en términos de dieta, actividad física, etc.) que el resto. Pero, probablemente, "sus genes les protegen".
-Algo más que una vida sana
Dados los resultados, los investigadores quisieron saber qué pensaban los participantes sobre los factores que habían podido influir en sus largas vidas. "Más de un tercio de ellos creía en la historia familiar y el rol de los genes". Pero también aludían a una dieta saludable, a la actividad física y otros aspectos como actitudes positivas, buena suerte, religión y espiritualidad.
La longevidad se lleva estudiando mucho tiempo y hasta ahora, todo indica que, en general, "los genes la condicionan un 25%-30% y el estilo de vida un 70%-75%", señala Leocadio Rodriguez-Mañas, jefe del servicio de Geriatría del Hospital Universitario de Getafe (Madrid). Lo cierto, continúa, es que son pocos los que alcanzan la longevidad excepcional, "menos de un 5% de la población". Y en éstos, el papel de la genética, como asegura el actual estudio, es especialmente importante.
De todas formas, esto no significa que no influyan también los hábitos de la vida diaria. "Está claro que si uno tiene mala genética no llegará a los 100, pero si la tiene, ella no es suficiente para alcanzar dicha edad", apunta el especialista español, que también coordina una red de investigación en España sobre el envejecimiento y la fragilidad en el Instituto Carlos III.
**Publicado en "EL MUNDO"
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