parábolas budistas
parábola 14Un refuerzo por reformar la sociedad que no está unido a un esfuerzo igual por desarrollar nuestro yo espiritual no puede traer resultados duraderos. Es como intentar enfriar un cacharro de sopa hirviendo simplemente dando vueltas, ignorando la leña que arde debajo.
parábola 18
Tras la llegada [de Bodhidharma] a lo que es hoy la ciudad portuaria de Cantón, viajó por invitación del Emperador Wu de la Dinastía Liang (siglo 6°) a visitarle a Nanking. El primer ejemplo en el Pi-yen-lu narra el encuentro entre Bodhidharma y el emperador. Wu-ti era un seguidor y alentador o putativo del Budismo y tenía muchos monasterios budistas construidos en su reino. Ahora le preguntaba al maestro de la India qué mérito y virtudes para vidas futuras había acumulado con aquello. Bodhidharma contestó bruscamente “ninguna virtud, ninguna…”. El encuentro con el emperador Wu de Liang le mostró a Bodhidharma que el tiempo todavía no era maduro para la recepción de su enseñanza en China. Cruzó el Yangtze –como cuenta la leyenda, en un junco (este es un motivo favorito en la pintura Zen)- y viajó al norte de China, donde se asentó finalmente en el Monasterio Shao-lin. (…)
parábola 93
Había una vez en China un arquero experto. Un día él fue a unas montañas muy altas con su arco en la espalda. Paseando por la montaña, él tuvo sed y quiso beber un poco de agua. Afortunadamente, él encontró una pequeña vertiente bajo un arbusto, e inmediatamente se inclinó para beber el agua con sus manos hasta que su sed fue saciada. Sin embargo, cuando terminó de beber, pensó haber visto una serpiente avanzar lentamente en el agua. Inmediatamente se sintió enfermo y quiso vomitar el que había bebido, pero el agua no salió. Se puso muy nervioso por el agua en su estómago, sintiendo que algo se movía en él. Cuando regresó a casa enfermó seriamente. Numerosos doctores le dieron tratamiento médico, pero en vano; finalmente, se hizo nada más que piel y huesos, resignándose a morir.
Un día un viajero se detuvo en su casa. Viendo la condición del paciente, preguntó la razón. El paciente le dijo que vio a una serpiente avanzar lentamente en el agua de la vertiente y que él la había tragado. El viajero dijo que podría curar la enfermedad si el paciente hiciero lo que él diga, llevándolo a la misma vertiente donde había bebido el agua.
Él dijo al paciente, que llevara el mismo arco en su espalda y tomara la misma posición como aquella vez. El paciente de mala gana se inclinó y cuando el agua estaba en sus manos él gritó que una serpiente avanzaba lentamente en el agua otra vez. El hombre le dijo que estuviera tranquilo y observara la serpiente más de cerca. El arquero logró controlarse y encontró que no era una serpiente en absoluto, sino la sombra del arco que llevaba en su espalda.
El arquero comprendió que la serpiente que pensó que se había tragado antes, era sólo la sombra de su arco. Después de esto, se sintió completamente aliviado, y pronto recobró su salud.
Debemos reconocer que nuestra mente es el creador de nuestro “destino”. En este caso, el polvo de miedo acumulado en la mente del arquero. Cuando él sacó este polvo, volvió a estar sano.
MINH THANH y P. D. LEIGH
Traducido por AMELUNA MÉLIE y CHRISTIAN GUTIÉRREZ FERRADA
“Parábolas y relatos buddhistas”