Revista Religión
“—¡Sí, creo, pero ayúdame a superar mi incredulidad!” Marcos 9.24
El hijo había estado enfermo toda su vida. En ocasiones el convulsionaba, y a veces aun se cayo en el fuego o en agua. Ahora, los padres estaban trayendo a su hijo a Jesús, pidiendo su ayuda. Cuando finalmente lograron estar frente a Jesús, el padre dijo la frase mencionada, la cual parece un poco extraña y contradictoria.
Si miramos en el Griego, esa frase comienza a revelarse. Verás, el padre, cree que su hijo puede ser curado. El cree que hay una solución y que su hijo puede vivir una vida normal y saludable. El está convencido de que hay una esperanza, por lo tanto dice, “Creo.” Sin embargo, el problema es que el no está seguro si Jesús es el que puede ayudarle y no sabe si es Jesús esa fuente de esperanza, por lo tanto dice, “ayúdame a superar mi incredulidad.” Esa frase puede ser expresada así, “Creo! Solamente no estoy seguro de que creo en TI!”
La mayoría de nosotros cree en algo y rara vez nos sentimos sin esperanza. Cuando enfrentamos dificultad, usualmente encontramos respuesta o algo en donde poner nuestra esperanza. A veces, es Dios y otras no lo es. Aunque dudo que la mayoría de nosotros diría las palabras, “creo, solo no en ti Jesús” sí actuamos en maneras que lo dicen. Déjame explicarte…
Si te levantas en la mañana sin reconocer a Dios de alguna manera y no pides por Su ayuda, entonces estás poniendo tu esperanza para ese día, en algo o alguien a parte de El. Estás diciendo con tus acciones, “Creo que hoy puede ser un dia bueno y productivo, pero no estoy seguro de necesitar, querer o confiar en que Dios sea parte de él.” Es duda por omisión. Al dejar a Dios fuera, estas demostrando que escoges confiar en ti mismo más que en El. Que tienes más confianza en ti mismo y que dudas Su capacidad. Es como hacer paracaidismo sin un paracaídas. Puede que estés lo suficiente loco como para convencerte de que no lo necesitas y que puedes manejar la situación por ti mismo, pero la experiencia te enseñará lo contrario.
Hoy, comienza con la perspectiva correcta. No dejes a Dios fuera de nada. Pon tu esperanza en el único que puede. Está bien, y es normal el dudar, pero aun así, dale una oportunidad. Recuerda, el paracaídas es necesario!
Robert & Rebecca Vander Meer
La Arboleda