Revista Opinión

Paradoja de Richard Peto

Publicado el 10 enero 2020 por Carlosgu82

El mayor triunfo de un profesor es tener discípulos tan buenos que termina aprendiendo de ellos. Tengo la dicha de aprender de varios sobre ingeniería, arquitectura, medicina, biología… Yo conocía solo paradojas en lógica y matemática, pero uno de ellos me describió la paradoja de Peto en biología. Esta consiste en que la probabilidad de un ser de adquirir cáncer no es proporcional al número de células que lo constituyen y a la cantidad de años que vive. En 1977, Richard Peto observó que los ratones, a pesar de tener una vida mucho más corta que la nuestra y menos células, tienen las mismas posibilidades de padecer cáncer que nosotros. Mientras, los elefantes y las ballenas, con más células, son mucho menos propensos a adquirir esta enfermedad. Una ballena tiene mil veces más células que nosotros y puede llegar a vivir de 70 a 80 años. Sus posibilidades de desarrollar cáncer deberían ser mucho mayores que las nuestras, pero son mucho menores. Elefantes observados en cautiverio, a pesar de tener 100 veces más células que nosotros, apenas cuentan con 3% de probabilidades de adquirir cáncer. Recientes estudios muestran que la resistencia de estos paquidermos a los tumores de debe a que poseen 20 copias del gen que regula la proteína P53, un supresor tumoral conocido como “el guardián del genoma”, cuya función consiste en inducir la muerte en células defectuosas, es decir, con daños en su ADN (la apoptosis es la muerte celular programada por el propio organismo, las células cancerígenas no se “suicidan”, siguen reproduciéndose y causando daños) mientras que nosotros solo contamos con una copia.

Esta resistencia al cáncer no se presenta solo en animales de gran tamaño. La rata topo desnuda o lampiña es prácticamente inmune al cáncer espontáneo y la tumorigénesis inducida.

Por deformación profesional no puedo evitar relacionar estos descubrimientos con la filosofía y la teología. Hace poco leí a un teólogo afirmar que la naturaleza fue hecha para el hombre. Si eso es cierto, no entiendo por qué un elefante, una ballena y hasta una rata topo tienen más elementos para resistir una enfermedad tan dolorosa como el cáncer, que la cúspide de la creación.


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