Una caseta privada de la Feria de Abril de Sevilla apaga la música al ver que un matrimonio homosexual se ponen a bailar juntos. Uno de los miembros de la caseta, una señora mayor, nada más ver a los dos chicos alzar las manos para comenzar el baile sale corriendo hasta la persona que ponía la música y la para para después acercarse a su marido y exigirle que los expulse. Como no podía ser menos el señor los expulsa inmediatamente alegando que el baile entre personas del mismo sexo está prohibido por los estatutos de la caseta. La pareja sorprendida le dice que no lo entienden ya que toda la gente que bailaba a su alrededor eran mujeres. El señor asegura que es el jefe de la caseta en ese momento y que tienen que dejarla porque dos mujeres si pueden bailar, pero dos hombres no.
La Asociación de Consumidores FACUA, tras conocer lo ocurrido, exige al Ayuntamiento de Sevilla la retirada inmediata de la licencia para los dueños de dicha caseta y el Consistorio hispalense se niega, alegando que se trata de un recinto privado.
Ante esta situación yo no entiendo dos cosas. La primera de ellas es como puede no tener normas un espacio cedido por un ayuntamiento y colocado en un lugar público. La segunda es si es posible que por muy privado que fuese (cosa que dudo enormemente) los derechos fundamentales de una personas no deberían coartarse.
Desgraciadamente no es la primera vez que ocurre algo así en una caseta de la Feria de Abril de Sevilla, una ciudad a la que tengo mucho cariño, pero que parace que en algunas situaciones sigue totalmente anclada en el siglo XIX.
publicado el 08 mayo a las 15:32
Pues es muy sencillo: los dueños de las casetas - cuando son privadas - pagan por tener la caseta en la Feria, y pueden permitir entrar a ella a las personas que ellos quieran. Las normas las pone el dueño de la caseta. Así de claro. No veo por qué hay que poner el grito en el cielo. Cada uno en su casa hace lo que quiere y abre la puerta a quien quiere... ¿o no?