Revista Tendencias
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Como estos días por el Norte contamos con la agradable compañía de la lluvia, he pensado que estaría bien dedicarle un post a uno de nuestros inseparables y obligados complementos: EL PARAGUAS.
Los años y las modas nos dejan todo un arsenal de materiales, colores y modelos. Los usos y costumbres a la hora de utilizarlos también han cambiado.
Quizá en la sección femenina este despliegue de inventiva haya sido algo mayor, pero el paraguas masculino tampoco se ha librado de sufrir una importante metamorfosis.
Salvo que seamos de esos que rara vez vuelven a casa con el mismo paraguas con el que salieron, quizá nos convendría pararnos a pensar si le damos a nuestros paraguas la importancia que se merecen. Un bonito y adecuado paraguas puede ayudarte a rematar un look perfecto. O a estropearlo.
Al hilo de lo que nos contaba esta semana Paula Grande en su post sobre su obsesión por combinar prendas y colores, en lo que a paraguas se refiere me solidarizo con sus manías. Vamos, que si puedo combinar la gabardina, el gorro de lluvia y el paraguas, pues mejor que mejor.
Además de útil también puede resultar elegante. Un paraguas habla de quien lo lleva. Sería mejor que no hablara tanto, porque en ocasiones delata un mal gusto irremediable.
Puños con formas imposibles, recargados, dorados, plateados, con incrustaciones. También aquí la regla del “menos es más” tiene su peso.
No me gustan los paraguas en colores pastel o almibarados. Los prefiero en tonos neutros, fácilmente combinables. El negro, el gris oscuro, el cámel o las tonalidades marrones, el azul marino, el verde oscuro...
No debes olvidar que al llevar el paraguas abierto se proyecta una sombra en nuestro rostro que varía según el color de la tela del paraguas. El beige es una opción perfecta si quieres un favorecedor reflejo en tu cara.
Los paraguas plegables, aunque están lejos de ser el colmo de la elegancia, tienen su lado práctico, pero no por ello tienen que ser horteras o ir colgados de la muñeca.
El paraguas es como una pancarta con la que aportamos cierta información sobre nosotros mismos. No me refiero aquí a los paraguas publicitarios, que te pueden valer para llevar en el coche, para un apuro, para prestar cuando alguien viene a casa y necesita llevarse un paraguas. Su uso habitual no está estilísticamente justificado.
El caso de los paraguas “originales” merece un post aparte. No son elegantes, y a la larga aburren una barbaridad.
Si tienes que asistir a un acto oficial o a un evento importante, recuerda que el color de los paraguas ha de ser negro.
Nunca sabes cuando lo vas a necesitar así que no está de más pensar siempre en todos los detalles.
Dicen que para ser elegante cuando llueve, simplemente hay que llevar un paraguas.
¡Pero no el primero que pilles al salir de casa!
Si te gustan los detalles y tener una imagen siempre perfecta, no te olvides de un buen paraguas ¡Te puede sorprender!