Revista Viajes

Paraísos cercanos

Por Noeargar
Buenos Aires, Argentina. 11 de enero 2012Paraísos cercanos
PRIMER ACTO
- Entiende usted el ingles? - Se dirige hacia nosotros con mirada acusativa, ceño fruncido y camisa floreada.
- Bueno, depende para qué? - Me apresuro a contestar.
- Me podría usted indicar cual es el contenido de este bote que sostengo con alevosa apatía en mi mano derecha – dice apresuradamente el hombre de ceño fruncido al mismo tiempo que con alevosa apatía sostiene en su mano derecha una lata en la que destaca sin posibilidad de omisión las palabras “espagueti con salsa de tomate”.

- Apostaría fuerte a que se trata de espaguetis en salsa de tomate – explico - no son especialmente sabrosos, aunque igualmente nutritivos y extraordinariamente económicos.

- Y este otro bote de aquí – prosigue mi ceñudo interlocutor mientras saca de la mochila una nueva lata como si de una chistera se tratase - no será por casualidad de verduras con carne. – sin esperar respuesta continua – intentar introducir microscópicos trocitos de carne en una lata! Es usted una amenaza para la seguridad de este diminuto país. Gentuza como usted hacen que tenga el ceño así.

- Pero tendrá que comprender – atino apresuradamente a contestar - que nos acaban de perder la mochila en algún lugar indeterminado del vasto océano pacifico, además – espeto con insultante superioridad – también llevamos un bocadillo que hemos preparado con mimo antes de partir regado con tranchetes y salchichas de Frankfurt sin que su procedencia conste en ningún sitio, a no ser que usted convenga que vienen de la ciudad alemana, no será eso también ilegal, mi buen señor?

- Efectivamente, además de ilegal se le esta quedando frio - me responde con enojo - pero por eso no se preocupe, al no estar circunscrito en el interior de un lata nuestro desvencijado escáner no lo ha detectado, así que centrémonos en exclusiva en esta lata abominable. Esta afrenta la vais a pagar muy cara.

- Bueno, eso va a estar complicado… tal vez podríamos quedarnos a darle lustre al desvencijado escáner, quizá así pueda detectar algo de bondad en usted – objeto sin mala intención.

- Ay enemigos del estado! Terroristas carnívoros! Espero que hayáis aprendido la lección, por esta vez pasaremos por alto esta ultraje al pueblo de Fiji y a su querida Reina Isabel II - nos responde dándose al fin por vencido.

- Oh! A sus pies, gracias por no azotarnos, en el fondo estábamos convencidos que alguien con esa camisa a flores no podía ser tan malvado – concluyo.

SEGUNDO ACTO
- Señores pasajeros, les informamos que en la cubierta principal podrán encontrar un bar donde vendemos galletas Oreo a precio de caviar, el catamarán así mismo dispone de un solárium en la cubierta superior desde donde disfrutar de las estupendas vistas de las islas circundantes durante las 5 horas que dura nuestro trayecto – explica con parsimonia una señora corpulenta de rasgos marcados, nariz gruesa y aplanada y camisa floreada. – Así mismo, les rogamos que informen a la tripulación de su destino final para que de este modo puedan ir a recogerlos desde sus respectivos resorts.

- Perdone señorita, señora... señor – farfullo – nosotros ya nos buscaremos la vida una vez lleguemos a puerto, pero agradezco en sobremanera su desinteresado interés.

- Lo siento – se disculpa - creo que me he explicado mal. El barco no atraca en ningún puerto. Tiene que pagar un bote taxi a precio de caviar para desembarcar en el resort que usted haya reservado.

- Ya veo – farfullo de nuevo - y no podría acercarse un poco… que ya casi si eso vamos nosotros a nado.

TERCER ACTO
- Madre mía esto es el paraíso – exclamamos al unísono - A alguien se le ha ido la mano con la saturación del azul. Esto es fantástico, mira el agua tu, que se ve el fondo, y mira las palmeras, están inclinadas exactamente con los mismos grados que aquel anuncio de Ron Bacardi. Genial!

- Bueno si, no esta mal – nos aborda sin previo aviso un escuálido mozo del resort con sonrisa perenne y camisa floreada - Aunque el paraíso es algo muy relativo, - comienza a divagar - un paraíso puede estar incompleto si no estás con las personas adecuadas, incluso puede llegar a ser un infierno. Por otro lado, el paraíso no es un lugar, depende de cada persona. Yo, por ejemplo, sueño con ver la nieve, deslizarme por laderas blancas y montarme en un trineo.

- No le falta a usted razón. Muchas veces le restamos valor a aquellas cosas que tenemos a mano y que no es necesario apenas esfuerzo para conseguirlas, – asevero - pero no intente distraernos de lo realmente importante, ¿donde esta nuestra choza, mozo?

- Acompáñenme, se la muestro gustosamente – nos indica con la mano - les recuerdo que la comida se sirve a las 7.

- Mira tu que bien, las comidas también están incluidas – respondemos con evidente alegría.

- Si por supuesto – explica - las incluimos si nos pagas un precio desorbitado. Por las noches también cantamos canciones con una guitarra diminuta para ver si nos das algo de propina.

- Ya veo, pues no se preocupe por nosotros, ya nos hacemos cargo de nosotros mismos, que con lo que vale esa comida podemos jubilar a tres generaciones en la India – respondemos airadamente - ¿Algún lugar para comer no muy lejos de aquí?

- De esas cosas que me hablas no tenemos – expone sin ceder un solo grado su sonrisa de la cara – ponemos los precios de las habitaciones a precios razonables, pero es tan solo un engaño porque luego la comida la cobramos como si fueran Oreos del catamarán – sonríe.

- Seguro que si, a mi me va a venir con esas, una persona de mundo que ha navegado todos los mareas y pisado algún charco – respondo altivamente al mismo tiempo que doy media vuelta con exagerado ímpetu y comienzo a marchar en sentido contrario - Aquí en el plano, al otro lado de la isla se ve una población, que no somos tontos, oiga…

CUARTO ACTO
- Hemos atravesado acantilados, frondosas selvas, viscosos lodazales, y esquivado descomunales cangrejos, pero al fin hemos llegado – le dice uno al otro – Tu quédate aquí, que ya veras como pronto vendrá el jefe del poblado a recibirnos y nos agasajará con viandas y demás cosas gratis en general.

- Siento ser yo el que lo diga – le dice el otro al uno – pero no parece que haya mucho movimiento… aunque, espera! … mira allí, un aldeano parece despertar de su letargo.

- Ustedes de que resort se han escapado? –pregunta con aletargada sorpresa el aldeano - Hoy no es el día… Josueee mira lo que tenemos aquí.

- Por dios, que horror, pero si hoy no es el día. Rápido lleven a los niños a la escuela en ruinas y preparen la caja de donativos… y no se olviden de los collares artesanales… que horror, no llevamos nuestras camisas floreadas – exclama Josue mientras corre desesperado - ¡Por dios, no me mire!

- No se preocupe nosotros tan solo veníamos a ver si hay algún lugar donde comer o una pequeña tienda, incluso diminuta tan bien nos encaja, donde poder comprar algo que llevarnos a la boca – explicamos apresuradamente.

- Ay, cuanto lo siento – intenta compadecernos el aldeano aletargado - Miren, pueden ir en aquella dirección, sospechosamente similar por la que han venido, deberéis atravesar acantilados, frondosas selvas, viscosos lodazales y esquivar gigantescos cangrejos. Allí podréis comer. El resort es propiedad del jefe del poblado, en realidad cualquier cosa que se menea por aquí le pertenece a él.

QUINTO ACTO
- Creo que debemos volver, se esta haciendo tarde – se dice uno al otro - Esto es peor que un naufragio, al menos si nuestra barca hubiese zozobrado en una isla solitaria y paradisiaca podríamos dejarnos barba y pescar peces con un palo afilado.

- No desesperes – agrega el otro al uno - He visto que en algunos momentos del día el frutero del salón se queda sin protección y que no todas las magdalenas del desayuno se acaban, además tenemos cocos ¡Todos lo que queramos!

- Recuerda que la única navaja que teníamos se la quedo de recuerdo aquel oficial de aduanas tan simpático justo antes de acceder al avión – evoca con añoranza - Me extrañaría que con el cortaúñas podamos abrir un coco.

- Escucha con atención – interrumpe con violencia al creer haber dado con una solución brillante al problema - Me ha parecido ver un pequeño corral a las afueras del poblado…

- Silencio! – le manda callar – fíjate allá, a la lontananza! No es aquello que están desembarcando tu mochila polvorienta y descosida.

- No me lo puedo creer, si, con todas mis cosas – exclama con euforia desatada - la pasta de dientes malaya, mi ropa raída y numerosas latas de exquisita comida ilegal!. Esta noche podremos disfrutar de nuestro potaje de verduras con carne juntos, solos tú y yo… esto es el paraíso y no hay dinero en el mundo que lo pague.

“Recorremos el mundo en busca de lo que necesitamos para el final encontrarlo en casa a nuestro regreso”
George Moore. Dramaturgo irlandés.

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