La mirada curiosa de los que amamos la naturaleza en su estado más puro, siempre busca aquellos paraísos naturales que nos quedan en el mundo. Lamentablemente, en los últimos treinta años, la devastación causada por los seres humanos ha sido terrorífica y apenas subsisten paraísos vírgenes en la Tierra.
Los pocos, poquísimos, que quedan deben ser protegidos cuanto antes por nuevas normativas conservacionistas más exigentes y rigurosas. Es un imperativo que no admite demoras ni componendas políticas o empresariales.
La deforestación y la contaminación han destruido bosques enteros de gran valor ecológico. Hoy día, incluso los parques naturales protegidos no se pueden considerar que sean vírgenes, dado que la acción humana está presente en ellos. Los escasos lugares que no han sido alcanzados por el desarrollo y se mantienen intactos, sólo tienen una forma de asegurar este estado primigenio y virgen: que sigan siendo desconocidos para el gran público y se mantengan alejados de los circuitos turísticos.
Uno de los pocos espacios que quedaban sin explotar hace treinta años: la Amazonia, está sometida a una deforestación que avanza imparable y amenaza al resto de los bosques.
¿Queda algún lugar libre de la influencia humana? Cada año es más complicado. La contaminación del aire cubre el planeta, los desechos se extienden por todas partes, desde el mar hasta las ciudades, montañas, desiertos y bosques. Los ruidos de todas clases producen contaminación acústica y las luces contaminación visual.
Hábitats prístinos sin evidencia ni huella humanas, se van extinguiendo a medida que nos expandimos y la humanidad se encamina hacia una población mundial de más de 11.000 millones de seres que contaminan y destruyen todo con un modus vivendi que degrada, extermina y contamina el entorno natural.
Los últimos estudios científicos realizados para evaluar los lugares que cumplen con los criterios para que podamos considerar hábitats vírgenes y prístinos, entre ellos uno de la Universidad de Maryland, han utilizado tecnología de satélites Landsat para obtener imágenes de alta resolución y elaborar un mapa con la pérdida y la ganancia global de bosques. Los datos se enfocaron en los bosques tropicales de América del Sur, África y el sudeste de Asia, de los que se tiene constancia que no han sido perturbados durante al menos los últimos 12 años y que no tenían ningún crecimiento reciente que indicara perturbaciones en los últimos 20 a 30 años.
Los resultados señalan que el noreste de América del Sur, incluyendo Surinam, Guyana y Guyana Francesa contienen los bosques tropicales más vírgenes en el mundo. Casi el 100% de las zonas boscosas aún son vírgenes, y las tasas de pérdida son bastante bajas. Además, Perú, Venezuela, Colombia y República del Congo contienen una gran proporción de los "bosques del interior", como les llaman los investigadores.
A pesar de que todos estos lugares pueden tener algunas alteraciones mínimas -un árbol cortado aquí o allá, un grupo indígena que usa el sotobosque para la caza-, se cree que son una representación exacta de lo que significa hoy un sitio virgen. Además, otros estudios científicos, por ejemplo el Lars Laestadius, del Programa de Bosques del Instituto de Recursos Mundiales, han realizado análisis adicionales utilizando datos de satélites y han identificado más lugares vírgenes en Canadá, Alaska, Siberia, Borneo, África Central y sectores de la Amazonia, que todavía se pueden considerar verdaderamente prístinos y no alcanzados por la influencia humana.
Los clasifican así (utilizan la palabra "intacto") si no muestran indicios de perturbación desde el aire y tienen una superficie mínima de 123.500 acres.
Su mayor garantía de conservación serían legislaciones proteccionistas y guardabosques armados que los salvaguarden de la acción humana y de cualquier tipo de explotación. También es muy importante que aquellos reductos naturales sigan siendo desconocidos para la mayoría de la gente. Los estudios realizados alertan de algunas amenazas inminentes y preocupantes. Lugares de Tyukavina, Camboya, Myanmar, Laos, Angola, Papúa Nueva Guinea y Paraguay, están perdiendo bosques vírgenes a ritmos sorprendentemente altos. Países como Indonesia, Malasia, República Centroafricana y Camerún no se quedan atrás y sufren devastaciones naturales que dan vergüenza ajena.
Otros países ya han agotado por completo los paisajes vírgenes que les quedaban; el último de los bosques antiguos de Ruanda cayó en 2013, mientras que en Bangladesh, Benín, Burkina Faso, Haití, El Salvador y algunos otros quedan menos de 500 acres de bosques vírgenes. Una tragedia evitable que empobrece nuestro planeta y que es responsabilidad únicamente de la acción humana en su conjunto.
Otros lugares no incluidos en los análisis científicos pueden considerarse prístinos simplemente debido a su lejanía o la falta de condiciones para la existencia humana, como las áreas cubiertas por el hielo: la tundra, los polos y las grandes montañas. También algunas zonas del interior de Australia y sus extensos desiertos pueden calificarse como vírgenes. Algunas de las mayores zonas donde se prohíbe la pesca son probablemente los lugares marinos más prístinos que quedan, sobre todo las más alejadas de la parte continental. Se incluyen en esta lista áreas de la Reserva Marina de las Islas Pitcairn, el parque marino de Isla de Pascua, el Santuario Marino Nacional de Palau y el Santuario Oceánico Kermadec. Sin embargo, los barcos están permitidos en esos lugares y varias personas habitan islas cercanas, lo que incrementan los riesgos.
Lugares no tan vírgenes, como los parques naturales protegidos, no por ello deben ser explotados sin límites, sobre todo en su vertiente turística, dado que todavía conservan características que deben ser conservadas y que hacen posible la vida salvaje en su territorio.
La influencia humana sobre los paraísos vírgenes debe ser cortada radicalmente, pero también necesita ser ordenada en los parques nacionales protegidos, o cada vez se irán degradando más y perdiendo su estado primigenio.
Las leyes y las medidas de conservación de los reductos naturales deben ser una prioridad absoluta en las agendas de los políticos, los empresarios y los ciudadanos.
Los últimos paraísos naturales de la Tierra dependen de ello.