Como ya vimos en la ventana de Johari, las cosas… lo siento, no me he podido contener. Las cosas se pueden dividir entre las que sabes hacer y eres consciente (habilidades), aquellas que sabes hacer pero no eres consciente (habilidades ocultas), las que sabes que no tienes ni idea (debilidades) y las que te crees que dominas pero no (debilidades ocultas).
También vimos cómo gestionarlas y vimos que lo mejor que puedes hacer con tus habilidades es usarlas. Pero lo que no vimos es que podemos hacer cuando esas habilidades no funcionan. Cuando fallan.
Hace tiempo que he detectado que hay algunas situaciones en que me vuelvo completamente inútil con cosas que sé hacer. Por ejemplo, he intentado sacarme el carné de moto como 400 veces y media. Llevo más horas en la moto que Jorge Lorenzo. En las prácticas me hago el circuito sobre una rueda, la de delante. Pero llego al examen y los conos se vuelven más gordos que columnas de catedral.
O por ejemplo, digamos que soy una persona con bastante capacidad labial. Y no me refiero a que tengo la boca de Carmen de Mairena sino que eso de hablar se me da muy bien. Doy clase y he dado conferencias hasta en inglé gibraltareño. Pero voy a una entrevista de trabajo y parezco Sergio Ramos en Twitter.
Por no hablar del tema del amor. Sin ser un Don Juan, no se me ha dado mal eso de conocer gente. Como coach y como amigo, he ayudado a todo tipo de parejas a seguir adelante. Una vez conseguí emparejar a un pato con un castor (de ahí vienen los ornitorrincos). En mi CV tengo el aborto de un divorcio y varias reconciliaciones. He ayudado a más de uno y una a sentirse bien y lanzarse a conquistar a la persona que le gusta. ¡Si hasta me han llegado a proponer que haga cursos para enseñar a ligar! Y sin embargo, cuando conozco a una de esas medias naranjas con la que compartir mi vida, no sé ni por dónde empezar.
En esos momentos en que tendría que sacar lo mejor de mí, la presión me puede. Cuando estoy en modo 'un tiro un muerto', me tiembla el pulso. ¿Y si no lo consigo? ¿Y si pierdo esto que me importa tanto? Me salgo de mí y soy incapaz de centrarme. Cuanto más me concentro, peor me sale
Después de darle muchas vueltas he visto que todas esas situaciones tienen algo en común, me importan mucho. Pero que mucho, ¿eh?
Sin querer adelantarme a tu opinión, me da a mí que esto huele a miedo al fracaso. Pero mejor espero a que me digas tú.
He probado a decirme eso de tío, pero si lo sabes hacer. Incluso he recordado todas las veces que lo he conseguido antes. También he buscado opiniones objetivas que me apoyen. He probado con curanderos y hasta amuletos pero sigo sin carné, sin trabajo y sin novia.
Si me conoces sabrás que no es un problema de autoestima. De eso tengo pa empaquetar y distribuir en Mercadona.
Así que llegados a este punto se me ha ocurrido preguntar a otros tipos y tipas con suerte. Al fin y al cabo ya llevamos mucho tiempo compartiendo truquillos y estoy seguro que algo se te ocurre. ¿Me lo cuentas?