Con “Parásitos” nos hallamos ante una de las cintas más relevantes del presente 2019. A buen seguro integrará el listado de nominadas en esa nueva categoría creada por la Academia de Hollywood bajo la denominación “Mejor película internacional” (“Mejor película de habla no inglesa” hasta que el lenguaje de lo políticamente correcto decidiera intervenir) y la selección de cuantos certámenes reconozcan los trabajos más meritorios del presente curso cinematográfico. Palma de Oro en el pasado Festival de Cannes, se trata de una inteligente, entretenida, ácida y corrosiva visión de la sociedad actual. Una dolorosa y un tanto retorcida reflexión que no pasa desapercibida. Más allá del exotismo de la estética oriental y de una ambientación que resulta muy llamativa para los espectadores occidentales, cabe destacar su ágil ritmo narrativo y su incisiva habilidad para golpear las conciencias. Pese a su toque de comedia oscura, consigue arrancar algunas sonrisas que, por cómo transmite un relato que solo puede calificarse de inclasificable, derivarán en muecas petrificadas. Su responsable, el director coreano Bong Joon Ho, se dio a conocer en España en 2003 gracias a sus tres premios en el Festival de Cine de San Sebastián con “Crónica de un asesino en serie”. Otros de sus títulos -como “The Host” o “Mother” (no confundir con el film de Darren Aronofsky protagonizado por Jennifer Lawrence y Javier Bardem)- ya evidenciaban su condición de cineasta no apto para todos los estómagos por su particular y algo estrafalaria forma de contar las historias, ese punto que genera la duda entre la genialidad o la excentricidad pasada de rosca. Sin embargo, con “Parásitos” no hay duda posible, pues es una obra propia de un artista en estado de gracia. Impactante, escabrosa, intrigante pero, sobre, todo amena y original. Un hombre que no logra sacar a su familia de la pobreza subsiste a base de trapicheos y trabajos precarios en el moderno Seúl. Su suerte parece cambiar el día en el que su hijo logra que le recomienden para dar clases particulares de inglés en el domicilio de una familia acaudalada. Gracias a su ingenio, conseguirá ganarse poco a poco la confianza de la señora de la casa y, de ese modo, ir introduciendo al resto de los suyos en el desempeño de diversos trabajos del servicio doméstico. Será el comienzo de una relación interfamiliar que evolucionará para todos ellos de forma inesperada e incontrolada. A ratos da la impresión de ser una comedia y a ratos, una muestra de suspense que atrapa al espectador en una locura tan irracional como creíble. Si el año pasado la cinta japonesa “Un asunto de familia” se reveló como un gran descubrimiento, ahora la sorpresa viene de Corea del Sur. Tal vez no resulte del agrado general pero, desde luego, no dejará indiferente a nadie debido a la sugestión que provoca su trama, a la par realista y surrealista. Una rareza asiática que evidencia la existencia en cinematografías lejanas de auténticas joyas a las que se debe prestar más atención. En demasiadas ocasiones, el cuasi monopolio económico de la industria norteamericana permite la llegada a la cartelera de verdaderos bodrios, mientras que otras propuestas innovadoras, arriesgadas y auténticas, o bien pasan desapercibidas o, simplemente, no llegan. El reparto está formado por actores desconocidos para el gran público (quizá los seguidores de Bong Joon Ho reconozcan a Kang-ho Song, un habitual de su filmografía) y sus interpretaciones encajan a la perfección en el intrincado plan de los guionistas y en el sorprendente propósito del realizador.
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Datos del filme
Título original: Gisaengchung (Parasite)
Año: 2019
Duración: 132 min.
País: Corea del Sur
Dirección: Bong Joon-ho
Guion: Kim Dae-hwan, Bong Joon-ho, Jin Won Han
Música: Jaeil Jung
Fotografía: Kyung-Pyo Hong
Reparto: Song Kang-ho, Lee Seon-gyun, Jang Hye-jin, Cho Yeo-jeong,