Revista Talentos

Parece que todo llega a su final (cap. i )

Por Releante
     Hola a todos. Parece que ya llega todo a su final. Después de más de ocho meses de baja por culpa de la rodilla, sin saber lo que ocurría en mi dolorida articulación, los doctores decidieron dar el paso siguiente y abrirla para mirar. Efectivamente, una artroscopia diagnóstica. ¿Qué que es?. Pues sencillo, te abren dos agujeritos por cada lado de la rodilla, introducen por uno una cámara, y por el otro, diversos artilugios de carácter operativo, para, en caso de que fuera o fuese necesario actuar directamente sobre el problema. Para todo esto, fue necesario traslado, internamiento hospitalario, preoperatorio, operación (más bien intervención) una dosis de anestesia, una noche de recuperación, y después de una noche más en camilla, caminito de casa. Comencemos. El traslado fue sencillo, un Coruña-Vigo de un par de horitas bajo la lluvia, nada que ver, con el diluvio que me calló encima la última vez, un típico clima otoñal de esta tierra. Deciros que esta vez vino con muá, el mio padre, tiempo que aprovechó, para hablar de esas cosas que hoy por hoy deben hablar cualquier padre e hijo cuando tienen un momento a solas... de Podemos... vale vale, no hablamos de eso, bueno de eso si, pero solo un breve tiempo, dedicamos el tiempo a viejos recuerdos, a la familia, al futuro... vamos a todo lo que un cagadito paciente debe hablar cuando va camino de la mesa de operaciones, porque es el momento de reconocerlo, a pesar de la simpleza de la operación, y de lo poco transcendental de mi mal para mi salud vital, iba, completamente cagaito, y perdonarme por la expresión. Es que amigos, era la primera  vez que alguien me iba abrir, y puesto que mi imaginación es demasiado voladora y activa, pues imaginaros. Deciros que todo este proceso fue vía mútua, vía privado, de ahí el traslado vigués. Bien, ya estoy instalado en la habitación. La habitación, la habitación, vamos a ver, la habitación, digamos que no era muy grande, es más, era pequeñamente ridícula. De echo, mi padre, que venía con plena intención de pasarse las noches postrado en un sofá extensible, a la verita mía, siempre a la verita mía, tuvo que buscar ipso facto, vía internete, una habitación en hotel, próximo al centro. No había más tu tía, en caso de querer extender el sofá solo habría dos opciones, tirar el tabique y crear un espacio diáfano con vistas al toilette, opción que en ningún momento barajó nadie, o apertura de ventana y dormir con los pieses colgados a la lluviosa intemperie. Como ninguna de esas opciones fueron posibles, optamos por el alojamiento pagado, cosa que no se si a mi padre le llegó a convencer en ningún momento. Porque cambiar un mullido sofá de polipiel, preparado para que le resbale todo tipo de manchas, incluido para que le resbale, todo aquel que decida asentar sus posaderas en dicho butacón, pues cambiar esto, el no poder ir al baño y ducharse, cambiar esto, por una habitación doble, con cama de matrimonio dos por dos, con colchón inteligente viscolástico, con baño y ducha hidromasaje propio, personal e intransferible, pues no cambiar esto por una incómoda, oscura habitación de hospital, tuvo que ser realmente duro para él...... Que nooooo, que yo se que él quería quedarse allí a dormir conmigo, pero no pudo ser, de verdad, por los motivos anteriormente contados, y por otro motivo..... no estábamos solos, no no, la habitación venía con compañía, una más que curiosa compañía. Como para estas cosas, siempre he tenido mucha suerte, esta vez no iba a ser menos. Resulta que cuando entro, me encuentro a un hombre, de unos cincuenta años, postrado en una de las camas, pie en alto. Lo primero que hice, como buen compañero, fue lanzar un esbozo de sonrisa, dar las buenas tardes y preguntar un ¿que tal?.... a todo esto no obtuve mayor respuesta, que un ligero movimiento de cabeza, que se supone, contestaba a todo lo dicho por mi. Desde el primer momento entendí que la conversación iba a ser más bien escasa, por no decir ninguna. Si hay algo que realmente marca la diferencia, entre estar en hospital público y uno privado es la tele, si... la tele. Mientras en un público, el que paga manda y decide, y hasta que no hay algo realmente interesante, nadie suelta los cuartos, en un privado, es gratis, y parece que la tele es un aparato más de control de pacientes. Pues como no podía ser de otra manera, el hombre estaba adosado al mando, era un hombre a un mando pegado, era un aburrimiento superlativo.... Encima de carecer de conversación, cuando hablaba, no había quien lo entendiera, era portugués, y para mas caraja, no hablaba conmigo!!!, hablaba con los protas de la tele, y por si fuera poco, los protas, trabajaban en una telenovela!!!!. Pues ahí estaba yo, recién ingresado, postrado en la cama, cagaito de miedo, con un único compañero portugués ,casi mudo como compañía, que cuando hablaba no se le entendía ni papa, y que encima cuando hablaba, era para avisar al maromo, que la cuñada, de la mujer de Victor Aurelio Fernando lo estaba traicionando con los hijos de los caciques del pueblo, dueños, de todo cuanto se cultivaba en el pueblo y que eran muy malos, muy requetemalos, ya su abuelo fundador de la hacienda "Malaherborosa", Don Jacito Manuel de Morahierbas llevaba con mano de hierro y se aprovechaba de la bondad de Marcos de Sierra Cifuentes, padre del clan de bondadosos de los Márquez Cifuentes, al cual, pertenece el prota de la serie, un guaperas bonachón de pelo en pecho y sombrero en testa, que se enamora de la hija de Morahierbas.....bueno, más o menos, tal vez algo me lo haya inventado, pero no creo que se aleje mucho de la realidad. Pues ahí, clavado en mi cama, esperando, deseando, ansiando que viniesen a darme un chupito de anestesia general, o soñando, que alguien entrase por la puerta, ya que ninguno de los rayos que se veía a través de la ventana, decidía caer sobre la antena televisiva..... Y así sucedió, la puerta se abrió, despacito, yo me incorporé poco a poco y los vi... la familia del portugués, mujer y cuñado, llegaron pisando fuerte, tenían la intención clara, arramplaron con todas las sillas, sillones, taburetes y se acoplaron, habían venido ¡¡¡ a ver la telenovela con el enfermo!!!.. ¿qué nos hemos perdido?... descripción del capítulo hasta el momento.... O NOOOO!!!, ya no era uno, uno y enfermo, ahora eran tres, tres personas casi incomprensibles, viendo la telenovela, gastando mi parte correspondiente de oxígeno de la habitación, hablando entre ellos y por supuesto con cada uno de los personajes y personajas que salían por pantalla. Mientras esposos se quedaban más con la parte argumental, el cuñado, se dedicaba a lanzar calificativos, adjetivos, valoraciones, de toda cuanta pechugona aparecía por pantalla, y cuanta mas carne se atisbaba del ropaje, con más palabras malsonantes, por decirlo de forma fina, acompañaba a la escena. Así que, solito, telenovela en pantalla, un matrimonio obsesionado con las telenovelas y un cuñado cargado de "cariñosos epítetos" para las mujeres telenovelescas, con mi oxígeno apunto de acabarse, y sin posibilidad de escaparse. Para más inri, logré entender, que ésta no era la que más le gustaba, la que le gustaba, era la que venía después.... ufff, esto va a ser largo, pero que muy largo, pensaba. Solo deseaba que apagase el aparato, o que por lo menos, me dejase ver la serie Isabel, casi la única que me gusta ver en la tele, pero a cambio, el maromo en cuestión, prefirió ver una chunga película de Chuck Norris...total!!!. En fín, como suponía, que iban a ser tres días muy largos, calmante a la boca y a dormir, porque si hasta ahora la cosa pintaba mal, a partir del despertar iba ser aún peor, porque si, todo lo malo es susceptible de empeorar, en mi caso, fue así mismito, y no hablo de la rodilla precisamente, esta de momento, está bien. Pero lo que vino en los días siguientes...ufffff..... ya os lo contaré. Un abrazo.

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