Hojas de arce
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El arce del patio se ha ido coloreando de rojo y ofrece una belleza efímera que dará paso a la desnudez de sus ramas dentro de no muchos días. El cielo está plomizo, en un tono que invita a la melancolía. Le gusta ver la lluvia arrebujado en el sofá, debajo de la manta, y escuchar las gotas golpeteando contra el tragaluz de la habitación. Es lindo ir a comprar la fruta y verdura de temporada, decirle hola de nuevo a las mandarinas y a las setas, aunque este año la temporada va chunguilla por la ausencia de agua. Es divertido pensar en nuevos platos de cuchara, que es lo que pide el cuerpo, de esos para hacer en fin de semana y que aportan al cuerpo un dulce sopor que solo se recupera en una larga siesta. Comprar membrillo para hacer dulce y recordar a mamá, que lo bordaba. Fines de semana para quedar en casa, invitar a comidas o cenas, y levantarse pronto para hacer desayunos divertidos: a veces crépes, hoy magdalenas de chocolate. Recubrirse de varias capas antes de salir al frío de la calle en la nueva estación. Desear volver a casa para tomar un caldo calentito. Estar con quienes amas y sentir su calorcito, tan reconfortante. La vida sigue discurriendo, por encima y por debajo de los tontos titulares de cada día. Parece que ya llega. Le ha costado mucho este año de verano sin fin. Pero el otoño ya está aquí.