Revista Cultura y Ocio

Parecen libros, pero no lo son

Publicado el 19 febrero 2016 por Elena Rius @riusele
PARECEN LIBROS, PERO NO LO SON  Todos conocemos, hemos visto o hemos oído hablar de esas personas que llenan sus estanterías de "falsos libros", bonitos lomos que camuflan la más absoluta nada (y no lo digo en sentido metafórico, que también). Eso es porque el libro sigue teniendo un prestigio -los falsos libros parecen cosa de otra época, pero es muy revelador que siga habiendo negocios que viven de ellos- y le concede a su poseedor (o falso poseedor, en este caso) un sello de distinción. Si en una biblioteca el falso libro es una superchería hasta cierto punto comprensible, no resulta tan lógico que existan tal infinidad de objetos que simulan ser libro, pero no lo son. Lo que nos queda más cerca son las fundas que revisten al libro digital de apariencia libresca; el advenedizo se disfraza para pasar desapercibido, igual que las primeras televisiones solían ocultarse bajo la apariencia de muebles.  

PARECEN LIBROS, PERO NO LO SON

Esto que aquí ven no son libros, sino fundas de lectores de Kobo
convenientemente disfrazadas

 Pero este afán "librotransformador" no viene de ahora, ni se limita al libro digital. Todo tipo de artilugios, incluso los más impensables, se han visto transformados en libros. ¿Para ennoblecerse? ¿Para satisfacer el capricho de algún bibliófilo que deseaba verse rodeado de libros en todas las ocasiones? Para mí es un enigma. Ya saben que hay coleccionistas para todo; también para estos falsos libros. Recientemente, hubo en el Grolier Club de Nueva York -una antigua y respetada sociedad para bibliófilos, con una de esas bibliotecas que le hacen babear a uno- una exposición de lo que dieron en denominar "blooks", combinación de las palabras "book" y "look": objetos con apariencia de libro. Se podían así admirar hasta 130 falsos libros, organizados en nada menos que 14 temas: religiosos (un molde para repostería en forma de Biblia, de la década de 1820) o un altar portátil, que se remonta también al siglo XIX;

PARECEN LIBROS, PERO NO LO SON

Cerrado parece un libro...


PARECEN LIBROS, PERO NO LO SON

...abierto es un altar portátil


domésticos (despertadores o lámparas-libros, encendedores);
PARECEN LIBROS, PERO NO LO SON

PARECEN LIBROS, PERO NO LO SON

anuncios (por qué alguien querría darle a un anuncio de macarrones forma de libro queda más allá de mi comprensión);
PARECEN LIBROS, PERO NO LO SON

o accesorios como bolsos, joyas o útiles de maquillaje, todos debidamente camuflados bajo una apariencia libresca.
PARECEN LIBROS, PERO NO LO SON

PARECEN LIBROS, PERO NO LO SON

Al parecer, esto es sólo una muestra de la colección, mucho más amplia, que posee Mindell Dubansky, que llega a los 600 objetos en forma de libro. ¿Sorprendente? Sin duda. El fascinante mundo del libro no conoce fronteras. Salvo, tal vez, las del ridículo, y no siempre, como demuestran algunos de los artefactos que hemos podido observar.

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