A pesar de que soy optimista por naturaleza, lo que sucederá dentro de unas horas entre Zapatero y Rajoy --que se reúnen ¡año y medio después! para ver qué narices se puede hacer ante esta profunda crisis-- me huele a esa chamusquina a la que nos tienen acostumbrados: una foto forzada en la escalinata de La Moncloa y una salida en tromba ante los micrófonos poniéndose a parir mutuamente. Ojalá me equivoque y me avergüence de este post, pero mucho me temo que ese encuentro monclovita es un paripé* partidista, conociendo a ambos personajes. El presidente, porque destila una inseguridad y una falta de credibilidad supinas. Y el aspirante a presidente porque sabe (y no lo disimula) que tantas malas noticias económicas le supondrán más votos. Desgraciadamente esto último es lo único que les importa.
Ojalá me equivoque, pero en unas horas estaremos todos dándole al palique sobre una reunión de la que no ha salido pacto alguno y que no ha servido absolutamente para nada. Bueno, para algo sí: para certificar que nuestra clase política de primera línea es tan engreída, mediocre y rencorosa que no cede ni un milímetro por sacar a España del abismo actual, camino de los cinco millones de parados. Ojalá me equivoque de pleno, las cosas salgan como todos deseamos, firmen por fin un pacto o algo similar, hagan una rueda de prensa conjunta y tenga que borrar cada línea de este post... Será una alegría hacerlo.
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Paripé, según el DRAE: «Fingimiento, simulación o acto hipócrita».