París en Octubre. Montmartre

Segundo día. La ruta que hemos dispuesto no está definida al cien por cien, pero sin duda vamos al Museo de Louvre paseando por la zona de Montmartre, y como el Louvre es enorme, comeremos allí y reanudaremos la visita. De vuelta al hotel, tal vez nos atrevamos a ver la Plaza de la Bastilla, depende de lo que tardemos o si estamos muy cansados...
Lo primero que vemos nos fascina tanto como lo del día anterior, y encima no llueve... Qué arquitectura tan fantástica! Cada edificio es de ensueño...

Aunque no es una fotografía de buena calidad, no me pude resistir a hacer esta panorámica.

Sin duda, un punto de reunión. Me gustó.

Algo que nos llamó la atención de París, y que ya había mencionado H. de Bba Times en su blog, es que la gente toma sus consumiciones siempre en las terrazas de los establecimientos, haga el tiempo que haga (como si llueve). Por si fuera poco, procuran colocarse mirando frente a la calzada, es decir, no se colocan unos frente a otros, sino mirando hacia afuera, como H. decía, parece que son muy curiosos y tienen que verlo todo. Es mucho más importante ver el "percal" que mirar a nuestros acompañantes. Increíble, pero cierto en todas las zonas que visitamos de París. Pero además, los locales cuidan mucho su estética, tanto interior como exterior, vamos, que da gusto tomarse algo más que nada por lo bonito de la experiencia.

Cuánta confluencia de colores y culturas!

Los mercados al aire libre inundan Montmartre, con sus colores, sus sabores y olores, para disfrutar con los cinco sentidos. Vimos, tanto en Montmartre como en todas las zonas que visitamos de París, muchos puestos de flores. Intuyo que están ahí como una provocación para seguir manteniendo el mito de que París es la ciudad del amor... Hay que comprar flores para la pareja! (A mí no me las compraron, pero siendo pragmática, habría sido una faena llevarlas durante todo el día...)

Flores para todos los gustos.

Otro detalle muy llamativo que nos gustó, y también aplicable a todas las zonas que vimos, es que yo no sé si los vecinos se ponen de acuerdo, pero los balcones y ventanas van todas a juego: mismo color de las flores, de las cortinas y cualquier tipo de decoración. Un efecto muy armónico que nos hace plantearnos si es un esfuerzo conjunto porque la ciudad sea tan condenadamente bella...

Detalles seleccionados con sumo cuidado.