Revista Cultura y Ocio

París era una fiesta. Ernest Hemingway

Por Mientrasleo @MientrasleoS

París era una fiesta. Ernest Hemingway
     "Para colmo, el mal tiempo. Se nos echaba encima en un solo día, al acabarse el otoño. Teníamos que cerrar las ventanas de noche por la lluvia, y el viento frío arrancaba las hojas a los árboles de la place Contrescarpe. Las hojas se pudrían de lluvia por el suelo, y el viento arrojaba lluvias al gran autobús verde en la parada de término, y el Café des Amateurs se llenaba y el calor y el humo de dentro empañaban los cristales. Era un café tristón y mala sombra, y allí se agolpaban los borrachos del barrio y yo me guardaba de entrar porque olía a cuerpo sucio y la borrachera olía a acre. Los hombres y mujeres que frecuentaban el Amateurs andaban bebidos casi siempre, o sea siempre que el dinero les alcanzaba; generalmente pedían vino, libros o medios litros."
     Siempre he reconocido que me gustan las anécdotas, que tengo un lado cotilla bastante acusado cuando se trata de literatura. Hay escritores, no muchos, de los que me gustaría poder  saber más, ver más.. y claro, al final.. me quedo con lo anecdótico, con las pequeñas trivialidades,. Así que si intuyo que un libro las contiene, ese libro es mío. Por eso hoy traigo a mi estantería virtual, París era una fiesta.
     Para cuando se publicó esta novela ya conocíamos a Hemingway. De hecho la escribe al final de su vida y se publica de forma póstuma. En ella nos habla de París en los años veinte y de las posibilidades que ofrecía a los artistas. Entre ellos estaban los que luego formarían la denominada Generación Perdida. Una historia sobre un escritor en sus comienzos y una ciudad que tenía una particular forma de acoger a estas futuras figuras.
     En este libro, Hemingway consigue realmente que nos traslademos a ese mágico ambiente que era el París de los años veinte. Un grupo formado por personas como Pound, Fitzgeralz o Joyce se darán cabida en las páginas de este libro mostrándonos sus disputas y amores, para seguir disfrutando del momento que les ha tocado vivir. Y, como siempre, la doble lectura. Por un lado los ambientes maravillosos de ese París de los años veinte. Vemos la parte bohemia, los artistas, literatos... reflejado en sus páginas sin que, para ello, Hemingway pierda su particular tono directo. Y por otro lado vemos entresijos en los que los escritores se pinchan unos a otros buscando la supervivencia en el mejor de los casos.
     Me gustó asistir a conversaciones, conocer el origen del término Generación Perdida que tanto me gusta... y asistir, en definitiva, como espectadora de lujo a un momento que muchos han intentado reflejar y que Hemingway  plasma a la perfección. Lo que ya sería más discutible es la opinión que nos generen dichos retratos, que a veces roza lo caricaturesco, a través de sus propias palabras. Porque era también un momento de excesos, de copas, de puyas... y de espectadores de excepción, gracias al autor que, por supuesto, no es objetivo en sus valoraciones. Pero forma parte del encanto del libro que sea así, lo hace más real.
     Y vosotros, ¿tenéis un lado cotilla literario?
     Gracias

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