Hedi Slimane ha sido una especie de forajido de la moda desde que regresó a la casa venerado de Yves Saint Laurent, que da el sello a la firma lo que algunos vieron como un tratamiento de choque, toque de energía de la puesta en escena musical reviviendo el grunge y el estilo de Teddy Boy.
Hedi Slimane siguió golpeando con esa misma garra en la noche del domingo, enviando otro paquete de rockeros larguiruchos veces ahogándose en sus americanas de lana con toques y los brillantes trajes verdes, sus piernas como palillos envueltas en denim negro o de cuero. Los modelos a mi humilde entender rozaban la anorexia.
Pero había un montón de noticias. El diseñador introdujo una multitud de telas inglesas, reclamó así la inimitable línea de hombro de YSL, e introdujo más, estilos clásicos conocidos desde los años cincuenta, incluyendo abrigos de lana de manga ranglán, fabulosas gabardinas y trajes super delgados con pantalones pitillos.
La puesta en escena en una carpa transparente a los pies de una cúpula de oro, el espectáculo era más accesible y limpio, mientras que aún con energía juvenil y refrescante toque retro.