Paris-Manhattan es la opera prima de la directora y guionista Sophie Lellouche. Su estreno fue en el Festival de Cine Francés de Australia en el año 2012. Aquí nos llega dos años más tarde. En su paso de las pantallas por las pantallas estadounidense, recibió críticas bastante justitas como el 36/10 de Metacrític y el rotten con el 38% de críticas positivas en Rotten Tomatoes. El film es una comedia francesa de manual, dónde sus clichés emborronan su planteamiento original y su puesta en escena elegante.
Alice es una joven de familia adinerada que vive en París mientras trabaja en la farmacia familiar. Su particular visión del mundo hace que no consiga encontrar a su media naranja, y se conforme viendo películas de Woody Allen, y hablando y discutiendo sobre sus problemas con un póster del mismo que tiene colgado en su habitación. En su vida llena de sueños e ilusiones se cruzarán muchos chicos, entre ellos, Victor, un ingeniero que se dedica a instalar alarmas sofisticadas en las casas y los negocios de la alta sociedad y que tiene una realista visión de la vida.
La curiosa premisa de que la protagonista hable con su ídolo y de alguna manera mentor, en este caso Woody Allen, recuerda a ese joven John Cusack siendo aconsejado por Bruce Springsteen sobre temas amorosos en High Fidelity (Alta Fidelidad). Por desgracia, esa originalidad dura poquito y a medida que pasan los minutos este elemento pasa en un segundo plano y se pierde la frescura ante la aparición de los líos amorosos y las situaciones entre el surrealismo y el absurdo.
Sophie Lellouche, evidente seguidora y fan del trabajo del director judío de Brooklyn, plantea un film con homenajes y referencias hacia las películas de Allen mediante múltiples gags. El problema es que las comparaciones son odiosas y aunque a alguien les pueden parecer simpáticos, lo cierto es que no convencen ni a seguidores de las películas de Allen ni a los que buscan la comedia romántica sin más.
Su mayor virtud reside en su visión del cine y la idea algo naif de que puede ser la terapia perfecta para gente con problemas, y les puede cambiar su devenir. En forma de pequeños gags, y de medicina guardada en la trastienda, simpatiza con cualquier cinéfilo habido y por haber. Aun así, en su conjunto la película es un conjunto deshilachado de gags y subtramas bastante descuidadas cuyo objetivo nunca ha sido cerrarse al final del film como un rompecabezas, sino que simplemente están de relleno a la historia de amor transversal a lo largo del metraje.
Alice, una especie de alterego alleniano femenino está correctamente interpretada por Alice Taglioni. Mientras que el (anti)galán de la función es Patrick Bruel. Los protagonistas y secundarios forman un crisol de caracteres simpáticos y neuróticos, que sirven una vez más de homenaje.
La corta duración y el ritmo ágil hacen de Paris-Manhattan una película entretenida de ver, aunque el homenaje hacia la figura de Woody Allen flaquee para dejar paso a una manida comedia romántica a la francesa.
NOTA