La ministra de Cultura pidió
informes internos de lo actuado por la ex Secretaría. Revisará también los gastos del
influyente funcionario de la Unidad Bicentenario
De estreno, la flamante titular de la cartera de Cultura de la Nación, Teresa Parodi mandató a los funcionarios que estaban bajo la órbita de su predecesor, el ex secretario Jorge Coscia, a que le
presenten balances de gestión. El objetivo es identificar cuál es el estado de lo que recibe, y definir para la nueva etapa con quienes trabajará y sobre qué prioridades.
La folclorista va a tomarse su tiempo para escoger a sus colaboradores. Según informa el diario
Clarín, al menos son tres los nombres que continuarán en el área: el subsecretario de Políticas Socioculturales y militante de La Cámpora,
Franco Vitali, el director nacional de Industrias Culturales
Rodolfo Hamawi, y la directora del Canal Encuentro,
María Ronsenfeldt.
Hamawi es un amigo de la adolescencia de
Javier Grosman, el influyente director de la Unidad Ejecutora Bicentenario de la Revolución de Mayo 1810-2010, que depende del Secretario General de la Presidencia,
Oscar Parrilli. Tal como reveló
Infobae, Grosman se hizo rápidamente millonario desde su llegada a la función pública y es quien más tiempo pasó con la Presidente desde fines de 2009. Se le atribuye ser uno de los principales propagandistas del kirchnerismo: fue el mentor de la
megafiesta del Bicentenario y de
Tecnópolis.
Uno de los puntos que Parodi revisará es la abultadísima suma de $700 millones que le quedó a la Secretaría de Cultura por los históricos y (fastos) festejos de 2010. Según expertos consultados por este portal, la gran habilidad de Grosman es
hacer negocios vía triangulación de contrataciones por fuera de los controles. Este hombre, militante de la juventud guevarista de los setenta, acostumbraba a decidir sobre cada uno de los eventos estratégicos vinculados a la cultura. Obligaba al cineasta a pagarle a artistas, intelectuales y empresas proveedoras de servicios de espectáculo. Astuto, nunca firmó y quedó pegado a lo que define.
El desplazamiento de Coscia está vinculado estrechamente con el jefe de la Unidad Bicentenario. Fuentes consultadas al entorno del ex funcionario señalaron que la presidente
Cristina Kirchner le pidió la renuncia porque lo hace responsable de haber sido la fuente deuna nota aparecida en
Infobae donde se daba cuenta del verdadero rol de Grosman.
Otro de los desafíos de novel ministra está el de no entrar en cortocircuito con el equipo militante de
La Cámpora que integró la ex Secretaría. Vitali encabeza ese grupo que trabaja, principalmente, a nivel territorial.
"Voy a ir oficina por oficina de quienes trabajan en esta repartición. Voy a trabajar cuerpo a cuerpo con el equipo de jóvenes que ya hay y voy a ir con un equipo mío porque a mí me gusta armar equipos de la gente joven que tiene ganas, ideas", anticipó Parodi.
La tarea tiene un alto componente político. Es que la jerarquización de Cultura a rango de Ministerio implica la
creación y nombramiento de altos cargos, una nueva planta de empleados, y prevé, además, más presupuesto para el área.
Parodi también tendrá que balancear lo que resolvía Coscia sin intermediarios. Ambos se mostraron ayer en la Casa de la Cultura de la Villa 21, donde el cineasta abrió una sede la ex Secretaría. De acuerdo a testimonio de los vecinos, todo parece indicar que habrá continuidad de las políticas culturales en ese barrio y en lo previsto para la Villa 31, donde está previsto emplazar una suerte de "Malba".
Por ahora es un misterio con lo que sucederá con
el edificio alquilado hace seis meses en calle Alsina al 400. Allí se mudaría el Ministerio de Cultura, y ya se pagó dos años de contrato de manera anticipada. Otra de las cuentas pendientes que deberá solucionar la artista folclórica en el corto tiempo camino a 2015, cuando culmine el mandato de la presidente Cristina Kirchner.