Es el segundo parque nacional más antiguo de España tras ser declarado el 16 de agosto de 1918. Foto: Sara Gordón
Ahora que arrecia el invierno y el frío me atenaza la nariz cuando paseo, me gusta sentarme contra el radiador, recordar los largos días de verano y ese maravilloso sol que nos calentaba mientras recorríamos Ordesa extasiados ante tanta belleza. Como todos los lugares naturales que quitan el habla, Ordesa ha sabido mantenerse al margen de la humanización paisajística, si bien es cierto que la afluencia de turistas, sobretodo en la parte baja de la pradera de Ordesa, es ingente, el resto de rutas tienen la virtud de regalarte la soledad (relativa) de la naturaleza en todo su esplendor.
- El parque nacional de Ordesa y Monte Perdido está ubicado en el Pirineo oscense, íntegramente en la comarca del Sobrarbe, Aragón. Foto: Sara Gordón
Las casas de piedra y los tejados negros del pueblo de Torla aparecen ante la vista del viajero como una ensoñación entre gigantes pétreos. Torla se trata de la población más cercana al Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido y el lugar en el cual se coge el bus que te lleva al aparcamiento de la Pradera de Ordesa, punto de salida de numerosas rutas. Este recorrido también puede hacerse caminando a la sombra de un umbrío bosque de hayas y pinos por el sendero de Turieto alto o bajo. Esta segunda opción, de más o menos dos horas hasta la pradera, se trata de la antigua vía de comunicación que tenían los vecinos de Torla para llevar a pacer su ganado a los prósperos pastos del valle.
La orografía del parque está dominada por el macizo de las Tres Sorores, Treserols, el macizo calcáreo más alto de Europa. Foto: Sara Gordón
La cicatriz formada por el río Arazas te lleva a través pozas, bosques, pradera y verticales paredes infinitas hasta la cascada Cola de Caballo. Pero antes de recorrer el valle tenemos la opción de tomar otros caminos menos transitados como la ruta de las clavijas o la ruta de los cazadores que te ofrecen una visión del valle desde las alturas. El esfuerzo de subir tiene su recompensa ya que escondida entre la belleza del camino te espera la flor de las nieves o de edelweiss. Dice la leyenda “que tomó su color de la luna, y que es capaz de huir de los esfuerzos de los hombres que la persiguen, elevándose cada vez más en la montaña.” Por desgracia, la fragilidad algodonosa de la edelweiss ha sido maltratada durante muchos años por lo que se encuentra en peligro de extinción y ahora está catalogada como especie protegida.
- Leontopodium alpinum, se trata de una flor que crece en pequeños grupos en las praderas alpinas y roquedos de altura de las cordilleras europeas, de no más de 10 cm de altura. Foto: Sara Gordón
Todos los caminos nos llevan a la cascada Cola de Caballo sobre la que se encuentra el refugio de Goriz, base para ascender a Monte Perdido y es que Ordesa esconde maravillosos retazos de naturaleza salvaje pero el más difícil de guardar tan sólo para su disfrute es Monte Perdido y aún así muchos días se lo reserva a los ojos de los visitantes cubriéndolo de una niebla espesa. Como todos estos enormes macizos lo inaccesible de su naturaleza son el germen perfecto para miles de leyendas que esconden la intriga de lo que no se puede ver y la grandeza incalculable de un paisaje que escapa a los límites de nuestro fugaz tiempo en la Tierra.
- La flora del parque consta de 1400 especies, lo que supone casi el 45 % de las plantas del Pirineo aragonés, de las que 83 son plantas exclusivas del Pirineo. Foto: Sara Gordón
- Al fondo puede verse la cascada Cola de Caballo. Foto: Sara Gordón
- A lo largo del recorrido por el valle el río Arazas se precipita en numerosas cascadas. Foto: Sara Gordón
- El parque nacional de Ordesa y Monte Perdido acoge una variada fauna fruto de los diferentes hábitats que alberga y de su condición fronteriza entre la Europa Continental y la Mediterránea. Se han contabilizado unas 38 especies de mamíferos, 68 de aves nidificantes (unas 120 si se cuentan las emigrantes), 5 de anfibios, 8 de reptiles y 5 de peces. Foto: Sara Gordón