Alquilamos una cabañita en San Miguelito, uno de los pueblos aledaños e hicimos dos excursiones al parque, sábado y domingo; vimos unos petrograbados de años inmemoriales, escuchamos un sinfín de aves, nos bañamos en ríos frescos, vimos helechos arborescentes, sudamos a chorros y disfrutamos del paisaje, y prácticamente todo el camino sin cruzarnos con nadie. Espectacular.



















