Ayer…una zona fronteriza conflictiva, poco poblada y mal comunicada que permitió el mantenimiento de una cultura rural tradicional y un excepcional escenario natural. Hoy…fuente de motivación e inspiración para una nueva generación de emprendedores que se han sumado a los productores tradicionales dando, probablemente, un importante giro al devenir de estas tierras….vino, aceite, mermeladas, quesos, carnes…
Un poco de historia
Pinturas rupestres, castros de la edad del hierro o castillos son vestigios de un pasado a veces turbulento, a veces olvidado. Sin embargo, a partir del siglo XVI, el río Duero pasa a ser visto como una vía de comunicación fluvial para la exportación de lana, cereales y vino a Flandes, Francia e Inglaterra. Así, en 1855 navegaban entre Oporto y los puertos de Fregeneda e Hinojosa unos 600 barcos, que en muchos tramos tenían que ser tirados por bueyes para hacer posible la navegación.
Con la llegada del ferrocarril, esta actividad ceso. Sin embargo en los años 50-60 los portugueses hacen importantes inversiones para volver a hacer navegable el Duero y y se construye un nuevo puerto en Fregeneda, con capacidad para albergar barcos de 83 metros de eslora y 3,7 metros de calado. Este puerto es hoy utilizado por empresas que hacen cruceros por el Duero.
Paisaje humano
La arquitectura popular de la zona se fundamenta en el granito. Hay muchos bellos ejemplos, como molinos, puentes, muros de piedra, potros, fuentes, refugios de pastor, etc.
La persistencia de los cultivos y formas de vida tradicionales ha permitido mantener hasta nuestros días cultivos y razas ganaderas autóctonas de gran interés frente a las homogenización que impone la agricultura intensiva. El vino de la zona, que está amparado por la Denominación de Origen Protegida Arribes del Duero, en su mayoría procede de viñedos viejos, de más de 65 años, de variedades autóctonas, como la Juan García, Bruñal, Bastardillo Chico y Verdejo Colora.
También hay una variedad de aceituna local, Zorzal de Arribes, generalmente cultivada en bancales. Otros productos tradicionales son quesos de estilo zamorano, carne y almendras, y más recientemente también mermeladas de gran calidad.
Los principales cultivos en la zona mesetaria son los cereales y los pastizales adehesados o en pequeñas extensiones rodeadas de un muro de piedra. En el fondo del cañón el clima es muy térmico, lo que posibilita la existencia de naranjos, limones y chumberas, y entre ambas zonas hay viñedos, olivares y almendros.
La gastronomía es muy tradicional y diversa, y a los productos anteriores hay que añadir aguardiente, cabrito, rabo de toro, bacalao y pulpo, estos últimos transportados por los portugueses por el Duero. Los dulces también son variados, como bollos de patata, mantecadas, torrijas y obleas.
Paisaje natural
El paisaje es ondulado y predominio de granitos y pizarras, con ríos que en su descenso desde la meseta han excavado profundos cañones, los famosos arribes. Estos se extienden a lo largo de todo el curso del Duero y de sus afluentes el Huebra y el Tormes, lo que suma más de 170 km de cañones, que en ocasiones superan los 400 m. Lugares espectaculares para apreciar estas magnitudes son la Ermita de Nuestra Señora del Castillo en Pereña y muy cerca, la cascada del Pozo de los Humos, sobre el río Uces, con un desnivel de 50 m, es una de las más espectaculares de España. Los Arribes están catalogados como Puntos de Interés Geológico.
Extensos robledales, dehesas de encinas, alcornocales, enebrales y formaciones muy llamativas, como matas de cuernicabra y alméz. Como particularidad, el acusado contraste climático entre el rigor continental de la meseta y el fondo de cañón, de carácter mediterráneo, que permite la existencia de acebuches, naranjos, chumberas, palmeras y limones.
En los Arribes hay algunos bosques singulares. En el cañon del Duero, a la altura de Mieza (Salamanca) está el mayor bosque de almeces de Europa, acompañado de alcornoques, cornicabras y cerezos (Prunus nahaleb).
Otros bosques interesantes son los alcornocales de Pinilla y de Fornillos en Fermoselle, este último conocido como el Jebrezal, con grandes ejemplares entre berrocales y fresnedas. También entre Fermoselle y Fariza está la mayor superficie de enebro de miera (Juniperus oxycedrus) de la Península.
Entre la fauna destaca las aves rupícolas, con una abultada población de buitre leonado, alimoche, águila perdicera y una de las poblaciones más importantes de Europa de cigüeña negra.
La belleza y tranquilidad del lugar junto a unos recursos naturales con fuerte identidad han motivado e inspirado a una nueva generación de emprendedores que se han sumado a los productores tradicionales dando, probablemente, un importante giro al devenir de estas tierras.
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