El artículo tiene un párrafo memorable a cuenta del primer acto de Josep Rull nada más ser nombrado Secretario General de eso que ha pasado durante años por un partido político y que responde al nombre de Convergencia Democrática de Cataluña. El tal Rull subió a Camprodón, un precioso municipio del prepirineo gerundense a impartir una conferencia. Y relata Puigverd:
"El día después de ser nombrado, Josep Rull subió a Camprodon a dictar una conferencia. Fui a escucharle pensando: “¡Qué momento tan difícil! ¿Qué dirá?”. Rull interpretó al violín una partitura romántica: el pueblo catalán, persistiendo en su “voluntad de ser”, está culminando un proceso que se inició en 1833 con la Oda a la Patria de Aribau. La partitura de Rull es tan romántica que, tres meses antes del 9-N, todavía construye sus frases en condicional: “Si logramos convencer a los de la segunda y tercera corona metropolitanas…”. Pujol acababa de confesar que sus clásicas apelaciones al trabajo bien hecho y a los valores eran cínicas. Y mientras nos pedía perdón por ello, Rull, el sucesor, sostenía que las gentes de la Via Catalana son herederos de Aribau (ignorando que Aribau era un empleado nostálgico del burgués Gaspar de Remisa, en cuyo nombre hacía negocios en Madrid). A mí, el violinista me dejó perplejo, pero sus oyentes en Camprodon lo aplaudían con entusiasmo: la confusión que yo detectaba era para ellos claridad solar. Regresé a Ronsard: en uno de sus discursos morales afirmaba: “Castigaos a vosotros mismos, para que Dios no os castigue”.El fundador de la patria confesando delitos y el tal Rull hablando de la voluntad de ser y remontándose a hace ciento ochenta años. No da(n) para más...