-¡¡Silencio!! - exclamé yo en voz baja.
-¿Qué pasa?- indagó Skir-. ¿Sucede algo?
-Shhhh.
En ese preciso momento, una flecha cruzó el claro del bosque. Skir dio un silbido que resonó por todo el bosque y, a continuación, dijo unas palabras. En apenas unos segundos un extraño haz de luz invisible nos rodeó.
-¿Un escudo de luz? - inquirí yo.
-Sí. - dijo Skir-. Rápido, ponte la ropa y vayámonos de aquí.
-Sí, será lo mejor.
Lo sé, , y justo en el momento en que me subía y giraba la cabeza para decirle a Skir que subiera, un hermoso semental de color negro como la noche y una estrella blanca en la frente hizo su aparición en el claro.
Me comencé a vestir lo más rápido que pude, aunque las ataduras de mis ropajes no me lo ponían fácil. Al cabo de unos minutos ya habían aparecido cuatro hombres más en el bosque, armados hasta los dientes. Su arquero intentaba en vano que alguna de sus saetas cruzara la barrera de luz que Skir tan mañosamente había realizado. Pero mientras Skir no perdiera la concentración, el escudo seguiría intacto. Ensillé a mi querida Escarcha y m ientras lo hacía le susurraba al oído: Tranquila chica, todo va a salir bien. E lla proyectó en mi mente una frase que decía así: Escarcha Elensar, saldrá bien porque estoy contigo.
Diciéndome eso, terminé de ensillar a
Skir se subió raudo al caballo. Su montura estaba sin ensillar. Yo había oído hablar de esa clase de caballos tan majestuosos. Pero ahora no era el momento de pensar en tales cosas.
-¡¡Vamos!! - grité yo. Y mi caballo comenzó a correr a través de la senda. Los hombres que nos habían asaltado se hallaban cada vez más y más lejos hasta que los perdimos de vista. Pero yo no quería parar ahora a Escarcha, ya que había perdido mucho tiempo. Un valioso tiempo en dormir.
-Qué idiota soy... - susurré para mí en voz alta.
-¿Perdón? - dijo Skir mirándome.
-No nada nada -dije azorada-. Vamos a cabalgar toda una hora para poder llegar a la feria de magos. Quiero ver qué hay allí.
-De acuerdo -dijo-. Como mandes, querida.
Pusimos rumbo de nuevo hacia la feria de magos. Sólo esperaba que no fuese demasiado tarde para ver lo que había allí y a quién me podía encontrar.
-Dime, Skir. Antes te quedaste a medias con lo que me estabas diciendo -le inquirí mientras cabalgábamos hacia la feria.
-Nada que tenga importancia, querida. -dijo mirando hacia el frente-. Sólo que yo soy tu hermano.
Tiré tan bruscamente de las riendas de Escarcha que la pobre se asustó tanto que casi se encabrita. Estaba totalmente perpleja. Cómo una persona como él, que yo ni le conocía, decía ser mi hermano. Pero igualmente, podía ser, ya que yo tenía sumida en brumas la mayoría de mi vida desde que desperté en aquel espantoso lugar.
-¿Qué? ¿Dije algo fuera de lugar? - exclamó sorprendido Skir, ahora mi hermano.
Yo no me lo podía creer, una persona a la que acababa de conocer decía ser mi hermano. La vida anterior que tenía antes de mi despertar en aquel castillo tenebroso podía conocerla gracias a él. Pero no sabía si lo que aquella persona llamada Skir decía era verdad o solo una farsa.
-Si tanto sabes de mí, dime: ¿Cuál es mi nombre? ¿De dónde soy? ¿Quiénes son mis padres?¡¿Quién soy?!- pregunté muy acalorada y frustrada después de tanto tiempo esperando a alguien que conociera mi pasado.
Skir se echó a reír a carcajada limpia. Ahora que me daba cuenta, ese tipo tenía un color de ojos parecido al mío, al igual que el pelo y muchos rasgos faciales.
-Tranquila, querida. -dijo limpiándose las lagrimas que había soltado junto con las carcajadas-. Te contaré todo a su debido tiempo, pero ahora apresurémonos que si no, no llegaremos a tiempo a la terminación de la feria de magos. -dijo.