Para cuando el mensajero llegó a la corte de Madrid con esta alarmante noticia, Felipe estaba postrado en cama con una elevada fiebre que tenia muy preocupados a sus médicos. Durante su convalecencia ninguna decisión de Estado realmente importante pudo ser tomada. No fue hasta el 22 de septiembre de 1566, ya recuperado el rey, cuando el Consejo Real se reúne para discutir el problema planteado en los Países Bajos. Todos los presentes coincidieron en que, dado que la política de mano tendida fue tomada como un signo de debilidad, sólo la fuerza podía restaurar la autoridad real. Y que, de no actuar con decisión, se pondría en peligro la autoridad del rey no sólo en Flandes, sino en todas las posesiones europeas.
El Consejo había recibido de urgencia advertencias de sus colegas que "toda Italia está claramente diciendo que si los problemas en los Países Bajos siguen, Milán y Nápoles serán los siguientes", por lo que el Consejo concluyó que si la situación de los Países Bajos no se resolvía, provocaría su pérdida para España y llegado el caso también las posesiones en Italia. En consecuencia, se revisaron las posibles soluciones a la situación de los Países Bajos en el contexto global de una respuesta militar de España.
Por otra parte, se observó una mejoría significativa en las finanzas de la corona. El informe anual "flota del tesoro" de América acababa de llegar a Sevilla, con más de cuatro millones de ducados. El total más alto registrado hasta esa fecha. En el frente político también se vieron motivos para el optimismo. Durante más de una década, la flota turca había atacado a los territorios de España y sus aliados en el Mediterráneo central, que culminó en 1565 el asedio de Malta y que las fuerzas del rey habían superado no sin dificultad. En 1566, sin embargo, el sultán Solimán el Magnífico encabezó una invasión de Hungría en persona. Parecía poco probable que él atacara cualquier posesión española ese año. Los Consejeros también señalaron que el gobierno de Francia estaba demasiado ocupado y preocupado con sus propios problemas religiosos como para plantear una amenaza armada a las tropas en tránsito.
El Consejo recomendó inicialmente al rey movilizar 10.000 de los veteranos españoles destacados en las cuatro grandes posesiones italianas de España (Milán, Cerdeña, Nápoles y Sicilia), a los Países Bajos y que para reemplazarlos debería levantar nuevos reclutas en España. La propuesta del Consejo era tener a los veteranos dispuestos en Milán para partir hacia final de ese año de 1567. En Luxemburgo se unirían a otros 60.000 soldados obtenidos localmente. En total 70.000 soldados.
La propuesta inicial desembocó en dos posturas sobre la magnitud de los efectivos desplazados. Ambas fueron magníficamente planteadas en el seno del Consejo. Felipe II escuchó atentamente; Estaba en juego el legado de su padre.
viene de :
- Parte I: Los dos motivos
- Parte II: La Furia Iconoclasta