La foto es meramente ilustrativa
Algunos notaron que hace varios días -cosa rara- estoy casi absolutamente desconectado de la virtualidad (y de la realidad, ya que estamos). Paso a explicar.
Tal vez sea que cuando vi a Néstor convaleciente me dieron celos inconscientes, o vaya a saber por qué, algo me cayó demasiado mal (no me animo a decir que terminé intoxicado, porque mi mala fama presta a confusiones semánticas) y desde el viernes estoy totalmente aislado de la magnífica sociedad occidental que supimos construir, moviéndome del colchón a la tele, de la tele al baño, del baño a la biblioteca, de la biblioteca al teléfono que me conecta aún con el mundo (¿libre?).
Ya pasaron tres días y recién desde anoche comenzaron a verse los síntomas de mejoría. Llegan tarde, los putos (¿los síntomas no van al INADI, no?) porque ya pasé por los picos de fiebre, la inapetencia, las náuseas y otros etcéteras aún menos agradables que me devolvieron a mi adolescencia: es decir, a tener tres kilos menos, amplia necesidad de sueño, debilidad congénita y total desinterés por otra cosas que no sea mi propio dolor. Además, estoy bastante anémico, levemente deshidratado y -para redondear en un tecnicismo- francamente jodido. Todo, intuyo, por la ausencia del consumo de líquidos vitales (mate, cerveza) y por la obligada huelga alimentaria.
Mañana tengo que empezar el año lectivo con clases de consulta, así que imagino que mi cuerpo -moldeado para el capitalismo, al fin y al cabo- se recuperará completamente, o morirá en el intento (cuac).
Nos vemos cuando los dioses acaben con este tormento y me devuelvan a e-Taca, es decir -espero- muy pronto.
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