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Partia y Roma: la batalla de Carras

Por Manu Perez @revistadehisto

Partia y Roma: la batalla de Carras

Partia y Roma: la batalla de Carras

Cuando el sol se puso en Carras el 9 de junio del año 53 a.C. sólo el triunviro Marco Licinio Craso y unos pocos legionarios romanos habían sobrevivido a la jornada.

Los equites comandados por el propio hijo de Craso, Publio, habían sido masacrados esa misma tarde durante la batalla y la cabeza de su comandante clavada en una pica. Los arqueros tampoco habían corrido mejor suerte.

El final del propio Marco no tardaría en llegar… y de un modo espantoso.

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El Imperio parto

Aunque para entender bien las causas de todo esto deberíamos remontarnos bastante más atrás. Podemos empezar, si te parece bien, por la muerte del gran Alejandro.

Cuandro Alejandro Magno murió en Babilonia en 323 a.C. dejó un vasto imperio que no tardó en ser despedazado por los buitres sus generales, los diádocos, proceso que les llevó varias guerras.

De entre los resultantes del desmembramiento del imperio alejandrino, el Imperio seléucida fue el más grande y, si no el más duradero (ese honor le correspondió al Imperio ptolemaico), sí fue el más exitoso, al menos en principio, gracias a que Seleuco I continuó usando las tácticas de Alejandro.

La división del Imperio seléucida

Hablaba en el apunte sobre los sucesores de Alejandro Magno acerca de las dificultades del Imperio seléucida para mantener su integridad territorial, especialmente por intentar imponer la cultura helena en sus territorios.

Partia y Roma: la batalla de Carras

Siempre al acecho de las naciones vecinas, fuerte en armas y persuasivo en consejos, él [Seleuco] adquirió Mesopotamia, Armenia, Capadocia ‘seléucida’, Persis, Partia, Bactriana, Arabia, Tapuria, Sogdiana, Aracosia, Hircania, y otros pueblos adyacentes que habían sido subyugados por Alejandro, tan lejanos como el río Indo, por lo que las fronteras de su imperio eran las más extensas de Asia después de las de Alejandro. La totalidad de la región desde Frigia al Indo fue sometida por Seleuco.

Apiano, Las guerras sirias

Las dificultades fueron especialmente grandes en los territorios más orientales durante los reinados de los sucesores de Seleuco, menos capaces que él. Durante la segunda mitad del siglo III a.C. varias satrapías (provincias) proclamaron su independencia casi simultáneamente: Bactria, Partia y Capadocia.

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Partia

Los sátrapas aprovecharon los momentos de mayor inestabilidad del gobierno seléucida y Andrágoras, gobernador de Partia, proclamó la independencia en 247 a.C. y comenzó a acuñar su propia moneda.

Partia y Roma: la batalla de Carras

La jugada sin embargo no le salió bien porque menos de diez años después, viendo la debilidad de la región que ahora no contaba con el amparo del ejército seléucida, fue invadida por los parni, una tribu irania nómada comandada por un tal Arsaces. Y será la dinastía de Arsaces I de Partia quien dará grandeza a la región.

El surgimiento de un imperio

Bajo la dinastía arsácida Partia se expandió territorialmente a la par que aumentaba su poder. A mediados del siglo II a.C. se anexionó Mesopotamia y, al finalizar el siglo, ya controlaba todo Irán, Mesopotamia y parte de Siria. En este punto ya podemos llamarloimperio sin temor a exagerar.

De nuevo encontramos aquí una constante en la zona, bendición y a la vez maldición de sus gentes, que la convirtió en una región próspera durante toda la Antigüedad y a la vez causa y escenario de innumerables guerras: el control de las rutas comerciales naturales entre Asia y el Mediterráneo otorgó prosperidad financiera a los goberantes que la controlaban.

Creció así el Imperio parto, que a mediados del siglo I a.C. era un imperio fuerte y estable en todo el apogeo de su poder.

La batalla de Carras

Una maldición para sus gentes, como decía antes. Y es que la importancia comercial de la región no escapó a la gran potencia europea de la época: la Repúbica de Roma.

Cuando Roma conquistó Egipto estableció una ruta comercial marítima estable entre el Mediterráneo y la India a través de la provincia de Aegyptus, uniendo el mar Rojo y el río Nilo mediante la Vía Adriana, llegando los romanos a establecer varios puestos comerciales en la costa india.

Pero durante la época que hoy nos ocupa esta ruta comercial directa bajo control romano aún tardaría más de un siglo en ser establecida, y Roma ya dependía de Asia para la importación de especias, perfumes y otras mercancías, por lo que necesitaba las rutas terrestres abiertas al comercio.

La guerra con Partia

Era normal entonces que Roma mirase con desconfianza a un nuevo poder que crecía y se afianzaba con fuerza en la región, especialmente cuando obtuvo el control total sobre el pasillo terrestre que unía Asia con el Mediterráneo.

Partia y Roma: la batalla de Carras

Así que, cuando los componentes del Primer Triunvirato, Cayo Julio César, Cneo Pompeyo Magno y Marco Licinio Craso, se reunieron en Galia Cisalpina para repartirse el poder, se acordó el consulado de Siria para Craso, con la intención de iniciar la guerra contra los partos (Julio César continuaría como comandante en las Galias y a Pompeyo se le otorgó el consulado de Hispania).

El triunviro preveía una campaña fácil. No era un genio miliar como Julio César, ni una estrella ascendente como Pompeyo, eso es verdad. Craso tenía ya sesenta años y estaba medio sordo, pero había derrotado a Espartaco y había sido decisivo para la victoria en la batalla de la Puerta Colina.

Además en Roma consideraban a los partos poco menos que unos bárbaros afeminados, como esos armenios que ya habían sido derrotados por Roma. Y, para más seguridad, a Craso le acompañaría su hijo Publio, que ya se había destacado en la guerra de las Galias. Si todo salía como estaba previsto, a su regreso Publio sería condecorado y podría comenzar su propia carrera política.

Carras – Carrhae

Craso llegó a Siria a finales de 55 a.C. e inmediatamente reunió un gran ejército:

  • Siete legiones (35.000 legionarios)
  • Cuatro mil auxiliares
  • Cuatro mil jinetes, incluyendo mil equites galos.

Además el rey armenio le aportó otros seis mil jinetes. Me imagino al viejo Craso sonriendo ante sus tropas, imaginando un paseo militar hasta la capital parta y previendo una victoria cómoda, y al joven Publio frotándose las manos y viéndose poco menos que ya triunviro. Pobres, no tenían ni idea de lo que les esperaba.

El trono parto lo ocupaba el sah Orodes II, quien se enfadó bastante con el armenio Astavasdes II por su apoyo a los romanos, con lo que dividió su ejército: el grueso de las tropas irían a Armenia en expedición de castigo, y sólo diez mil hombres se enfrentarían al ejército de Craso.

Masacrados

Podría parecer un suicidio, pero desde luego resultó no serlo en absoluto. Las tropas partas eran cualquier cosa excepto “bárbaros afeminados”. Su ejército estaba altamente preparado, y sus unidades de catafractos (caballería pesada) eran temibles, al igual que sus arqueros montados.

Podría contar aquí cómo transcurrió la batalla, pero sería tedioso para ambos. Además es mucho mejor verlo, y la tecnología actual nos permite cosas que hasta hace unos años sólo eran impensables, como por ejemplo recrear batallas mediante programas informáticos.

Así que aquí te dejo un muy recomendable vídeo (yo mismo he disfrutado como un niño viéndolo) de 20:35 minutos de duración en el que un usuario del Rome II: Total War ha recreado esta batalla utilizando el juego.

No sólo eso, sino que tiene una lista de reproducción en la que puedes disfrutar de muchas otras batallas como Farsalia, Gaugamela, Cannas, Maratón, Zama, Qadesh… Todo un lujo.

El final del triunviro

Espero que hayas visto el vídeo. Como resumen, y para que la entrada no quede coja, diré que el fracaso romano fue total. La caballería fue aniquilada, la cabeza de Publio Craso clavada en una pica, y las legiones diezmadas sin piedad: veinte mil muertos y diez mil prisioneros fue el resultado para los romanos, si hemos de hacer caso a las cifras de Plutarco.

El resto, incluyendo al viejo Craso, se salvaron gracias a que la batalla tuvo lugar por la tarde y las tropas partas no tuvieron tiempo de matar a todos los romanos antes de que anocheciera.

Marco Licinio Craso sobrevivió, sí, pero quedó abrumado por la muerte de su hijo. Los soldados supervivientes, por otro lado, le exigían que acudiera a parlamentar con el general parto, Surena, que le había ofrecido una tregua. Es normal, ya que preferían salir vivos de allí, a ser posible.

El caso es que Craso se tuvo que avenir a encontrarse con Surena, ya que de no hacerlo se enfrentaba a un amotinamiento de las pocas tropas que le quedaban. Aquello le costó la vida al triunviro ya que, según cuenta el historiador romano Dio Casio, los partos le vertieron oro fundido por la garganta. Eso debió doler, pero sólo al principio. Después ya no.

Los partos vertieron oro fundido en la garganta de Marco Licinio Craso en alusión a su avaricia

La legión perdida de Craso

Y no puedo terminar este apunte sin hacer alusión al destino de aquellos diez mil legionarios que fueron capturados por los partos y es que, supuestamente, su destino fue cuanto menos inesperado.

Cuando Roma firmó la paz con los partos en el año 20 a.C. (este episodio fue, como ves, el primero en una larga guerra de más de treinta años) entre las condiciones del tratado estaba la devolución de esos diez mil prisioneros, pero después de tres décadas ni siquiera los partos sabían ya dónde estaban.

Lo que se sabe es que estos hombres fueron enviados al extremo oriental de Bactria a defender las fronteras del Imperio parto frente a los nómadas bajo pena de esclavitud, pero allí se perdió su pista.

Legionarios romanos en la China de los Han

En el año 36 a.C. (es decir, diecisiete años después de la batalla de Carras) el general chino Gan Yanshou emprendió una campaña en la frontera occidental de China, en las regiones colindantes a Bactria, contra la tribu nómada xiongnu, antecesores de los hunos. Junto al general viajaba su biógrafo, Ban Gu.

Y la crónica que Ban Gu nos dejó sobre la toma de la ciudad de Zhizhi (en el actual Uzbekistán) es realmente curiosa. En ella Ban Gu nos habla de un extraño cuerpo de soldados veteranos muy disciplinados que se protegían en una construcción de forma cuadrada hecha de empalizadas de madera, y que entraban en combate de manera muy organizada, alineados y desplegados en una formación como de escamas de pescado.

Partia y Roma: la batalla de Carras

Partia y Roma: la batalla de Carras

Las tropas de Gan Yanshou tomaron finalmente Zhizhi e hicieron prisioneros a estos mil soldados extranjeros, que fueron llevados a China y se asentaron finalmente en la zona de la actual Yongchang, para proteger a sus habitantes de las incursiones extranjeras.

Por decreto imperial, el lugar donde se asentaron estos extraños extranjeros pasó a llamarse Li-Jien o Liqian… ¿Imaginas a un chino diciendo legio? Pues eso.

Curiosamente muchos de los habitantes actuales de la región presentan, al contrario que los habitantes de las áreas de alrededor, rasgos distintivos como ojos claros, cabello ondulado, nariz aquilina, vello en la cara, en el pecho y las extremidades…

También es cierto que la ciudad ha estado durante siglos en la ruta de la seda, y que el flujo de viajeros siempre ha sido grande en ella, pero… ¿quién sabe?

Autor: Enrique Ros para revistadehistoria.es desde http://www.apuntesdehistoria.tk/

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