Dándonos un baño de oxígeno en el Hayedo de Otzarreta (Parque Natural de Gorbeia), donde los caminantes, desde hacía mucho tiempo, no caminan hacia ningún lugar en particular. Los shinrin-yoku («baños en el bosque») rejuvenecen a quien se abandona a ellos. No me extraña que en Japón, país de urbanitas, se conciba a los Bosques como verdaderos hospitales.
"La verdad es que hoy en día no somos, incluidos los caminantes, sino cruzados de corazón débil que acometen sin perseverancia empresas inacabables. Nuestras expediciones consisten sólo en dar una vuelta, y al atardecer volvemos otra vez al lugar familiar del que salimos, donde tenemos el corazón. La mitad del camino no es otra cosa que desandar lo andado. Tal vez tuviéramos que prolongar el más breve de los paseos, con imperecedero espíritu de aventura, para no volver nunca, dispuestos a que sólo regresasen a nuestros afligidos reinos, como reliquias, nuestros corazones embalsamados. Si te sientes dispuesto a abandonar padre y madre, hermano y hermana, esposa, hijo y amigos, y a no volver a verlos nunca; si has pagado tus deudas, hecho testamento, puesto en orden todos tus asuntos y eres un hombre libre; si es así, estás listo para una caminata." (Thoreau, Caminar)