Los partidos mexicanos son cárteles de la política, operan como tales, deciden quién participa en ese cártel y quién no, deciden cuánto dinero les toca y cómo repartirlo, deciden las reglas del juego y resisten demandas para cambiarlo.
El sistema político funciona bien para las élites, candidatos y empresas y funciona mal para sus ciudadanos.
Hay un pacto implícito de políticos, empresarios, poderes fácticos y sindicatos para mantener las cosas como están y evitar que los ciudadanos tengan un mayor poder de decisión sobre los asuntos que se discuten en el Congreso.
Denise Dresser