Llevamos una racha que ni adrede, vamos. No paso sino vergüenza del nivel de un no despreciable número de nuestros políticos. No les digo nada ahora que nos caen elecciones en unos meses. Temblando estoy por ver las ocurrencias que les pasan por la cabeza para arrancar unos cuantos votos. Lo peor de todo es que algunos creen que lo que hacen es gracioso, simpático, tierno...
Ya vi hoy a Juanma Moreno, el candidato del PP de Andalucía, en un ¡¡¡mitin-concierto!!! cantando a lo karaoke delante de las Nuevas Generaciones y tuve suficiente, me bloqueé de la vergüenza ajena que me dio. Porque lo de Rufián el otro día es inenarrable. Si tuviera que describir su cara, su gesto... porque en realidad, peor que sus palabras, que ya fueron tremendas, fue su actitud chulesca, completada con el 'supuesto escupitajo' o a saber si fue ¿un eructo? lo que le soltó a Borrell un compañero de grupo parlamentario a su salida en desbandada de toda ERC del hemiciclo.
Son solo dos ejemplos, los más recientes, quizá, e incomparables entre sí, por supuesto, porque uno hace el toti en esa nueva modalidad de mitin-concierto y el otro falta al respeto a un ministro, pero que me valen para ver cuál es realmente el nivel que tenemos en estos momentos.
No sé ya si el problema son los partidos o las personas; yo creía que eran lo primero, carcomidos por el sistema, por los años de poder, por la mamandurria... pero últimamente los ejemplos más tipo 'impacto TV' son tan individuales que me llevan a pensar que quizá estos tiempos de absurdo, de grito perenne, de estridencias, de improperios, de 'pues yo más que tú' sean solo fruto de la acción de las personas menos lúcidas, formadas o preparadas para ejercer el que debería ser el noble arte de la política.
Entonces, huérfana de líderes, me alivio al pensar que menos mal que nos quedan personas como Manuela Carmena, inelegible para mí, porque no es Madrid mi circunscripción, pero bueno, quizá a algún espíritu coherente y alejado de las estridencias le da por imitarla en otras partes del país.