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►Prólogo - Presentación
►Notas previas. Advertencias preliminares.
►Introducción ►La Casa de la Contratación
►La licencia de paso a Indias.
►Los barcos
►La navegación
►El viaje
►El matalotaje
►El embarque
►El Comercio
►Registro de pasajeros
José María González-Cotera Guerra Marzo, 2005
CAPÍTULO XII
Orígen de los pasajerosDurante el siglo XVI se produce la mayor emigración a las Indias; es también el periodo mejor estudiado. El Archivo de Indias elaboró un Catálogo de pasajeros a Indias sobre las anotaciones del Libro de Pasajeros en el período 1509-1560. En él se recogen 15.480 individuos. Sin embargo, este número se queda corto ante el de Boyd-Bowman [38] que para el período 1493-1560 eleva a 54.882 el número de pasajeros utilizando además otras muchas fuentes. De todas maneras las dos cifras se consideran muy inferiores a las que se consideran comúnmente como aceptables para este siglo, del orden de 200.000 a 250.000 emigrantes, teniendo en cuenta que no todos se embarcaban con permiso.[39] En ambos catálogos la distribución por regiones es muy coincidente. Hasta 1600 Andalucía aportaba un 37%, mientras Extremadura, las dos Castillas y León componían un 52%. Cantabria estaba comprendida lógicamente en Castilla la Vieja, que en 1579 representaba, a origen, el 15,5%. A partir de esa fecha decrece su contribución siendo sobrepasada por Castilla la Nueva. [40] No hay datos individualizados de Cantabria, y tampoco serían muy de fiar dada la imprecisión en la adscripción geográfica de los lugares y villas de España y de nuestra tierra en particular. Era lógicamente impensable que pudieran estar entre los pasajeros de los primeros tiempos personas naturales o procedentes de Liébana, región alejada de la costa y mal comunicada con ella. Según Consuelo Soldevilla la gente de la Montaña respondió tardíamente a la llamada de las Indias; sólo hacia la mitad del siglo XVI se animó notablemente con un incremento de la tasa de emigración doble que la del resto de España. Atribuye este fenómeno a que los montañeses siguieron con otras pautas de emigración, precedentes al Descubrimiento, hacia el interior de la península, que continuaron prefi riendo a la aventura del mar.
Cuando la crisis económica de la segunda mitad de la centuria redujo las oportunidades de trabajo, los montañeses recurrieron a las Indias como opción de emigración.[41]. No se puede, sin precaución, extrapolar este análisis a Liébana, tan diferente al resto de la región cántabra. Por otra parte el número de pasajeros es muy escaso como para poder hacer estadísticas propias, mínimamente representativas; asumimos, pues, con cautela, los postulados referidos más arriba. Pronto, sin embargo, constituiría la aventura americana un destino habitual entre los jóvenes lebaniegos, en parangón con otros destinos peninsulares. A propósito de un indiano de Caloca, que pasó a México en 1780, dice Tomás Pérez Vejo "En este contexto la familia de Isidoro de la Fuente aparece también como una familia típica de pequeños propietarios rurales, con sus hijos abocados a la emigración, empujados por el doble objetivo de no dividir la limitada propiedad familiar y, a la vez, contribuir mediante el envío de dinero al mantenimiento de la casa como entidad económica y simbólica". (...) ésto significaba que la posibilidad del viaje, la posibilidad de atravesar el Atlántico camino de América no era para cualquiera de los jóvenes del país, a pesar de lo que podría hacer suponer el aparente aislamiento de los valles de montaña, una posibilidad ni remota ni lejana. Era, por el contrario, algo que formaba parte del mundo cotidiano, de lo posible y habitual. Había muchos que lo habían hecho antes e, incluso, bastantes los que habían vuelto.[42]
Ha sido, por tanto, una sorpresa encontrar ya en 1535 un pasajero inequívocamente lebaniego en el registro de pasajeros a Indias: concretamente Sebastián Fernández, natural de Bedoya. Han de pasar veintisiete años más para que vuelvan a surgir lebaniegos en los libros de Pasajeros a Indias. Antes, aparecen, ya en 1512, otros de Peñarrubia y Peñamellera. Si nos atenemos a apellidos lebaniegos, encontramos un Hernando de Torices, vecino de Madrigal, pasajero en 1516, y otro Diego de Colio, nacido en el Concejo de Cabrales, que figura entre los soldados que conquistan México con Hernán Cortés.[43] En el colectivo de los pasajeros lebaniegos está presente la misma característica que señala Soldevilla para el conjunto de los montañeses, aunque quizá en mayor grado, teniendo en cuenta la menor proporción de hidalgos en el total de población, en Liébana respecto a Cantabria. Esta característica es la pertenencia generalizada al estamento noble, los hidalgos, de manera más acusada en los primeros siglos, que son los que se corresponden en líneas generales con nuestro estudio. Ser hidalgo constituía, como observa acertadamente, un privilegio que les facilitaba en Indias el acceso a puestos administrativos o de la Iglesia e, incluso, el enriquecimiento por medio de matrimonio de conveniencia. Se observa también en muchos casos el funcionamiento de la cadena familiar, que facilitaba al recién llegado su inserción en los negocios ya constituidos. Esta costumbre ha subsistido hasta nuestros días. El nuevo americano, llegaba con su mejor garantía: la honradez. [44]
Otro elemento que añadir a lo expuesto es la presencia en Cádiz, en el siglo XVIII, de una nutrida colonia de lebaniegos asentados como comerciantes, miembros del Consulado, que facilitaban los trámites de licencia a sus paisanos, bien afianzándolos, llegado el caso, o bien testificando en las informaciones requeridas. Es representativo, a estos efectos, el párrafo que entresacamos del expediente del Licenciado Don José Laso Mogrovejo, cuando responde, ante las objeciones del Fiscal, diciendo:
"..hago presente a la superior comprehension de V.S. que haviendo recientemente llegado â esta Ciudad con el objecto y fin del embarque, â donde jamas hasta aora havia estado el expresado Lorenzo, no ha sido possible encontrar personas que tengan conocimiento del susodicho, porque las que ai de la Provincia de Liebana, de cuia comprehension es el Lugar de Tudes, su nacimiento, son de antiguo establecimiento y vezindaz en esta Ciudad, y por esta razon atendida la edad y la reciente llegada del mencionado Lorenzo es impracticable la informazion que a lo menos de su estado de soltero deberia darse..."No todos los que pasaron a Indias quedaban registrados. Además de los polizones, que no debieron ser pocos, [45] (en el siglo XVIII se añadió un nuevo trámite a los expedientes de mercaderes y funcionarios, eclesiásticos o civiles: el juramento de polizones o "llovidos", en muchas ocasiones se obviaba la información de los pasajeros que figuraban inscritos como criados de un funcionario, civil o religioso, alegando éstos la urgencia del viaje, la inminencia de la salida del navío asignado o la dificultad de obtener la información procedente de los lugares de origen de los criados, dada la distancia entre aquellos y Sevilla, o Cádiz. En tal caso se sustituía la tramitación y la espera por una fianza que era formalizada en la Casa de Contratación. En algunos casos, los criados, si eran numerosos, quedaban englobados dentro de un número, en otros con el nombre propio solamente, sin apellidos, ni naturaleza. Otras veces, un alto funcionario o dignatario eclesiástico, llegaba a la Casa de la Contratación, con una real provisión que ordenaba le fuese dada licencia de paso, habiéndole sido concedida la excepción de dar información de sus criados y esclavos.
Es por esto por lo que decíamos que la relación de pasajeros no puede ser exhaustiva. Los criterios señalados no eran uniformes, ni en el tiempo ni en otras circunstancias. Para ilustrar ésto tenemos dos ejemplos bien diferentes: Francisco Otero y Cosío, Arzobispo de Santa Fe de Bogotá, en 1706 incluye en su expediente once criados, (de los que ocho son lebaniegos) con su nombre y apellido, filiación y naturaleza, pero ninguno aporta otros documentos, ni justificación alguna, bastando para el caso una certificación firmada por el propio Arzobispo. En 1580, Toribio Alfonso Mogrovejo, Arzobispo de Lima, futuro Santo Toribio, despacha su expediente en un solo folio, con la simple anotación de que lleva veintidós criados, sin ninguna otra referencia. Sin embargo, en el registro de Pasajeros sí quedan anotados estos criados. Una dificultad añadida a la identificación de los viajeros montañeses y lebaniegos en particular lo constituye precisamente la indeterminación del espacio que hoy conocemos como Cantabria. Un viajero podía ser definido como natural de las Montañas de Burgos, o de Asturias de Santillana o simplemente como natural de los Reinos de Castilla. En el caso de los lebaniegos se presentaba, a veces, otra confusión: naturales de las Montañas de León o de Palencia, al pertenecer a estos dos obispados todos sus lugares, excepto Tresviso que pertenecía a Oviedo. Bien es verdad que, por el contrario, es muy frecuente la denominación de Provincia de Liébana que pervive durante los tres siglos analizados. Como dice Consuelo Soldevilla: "Una dificultad específica entraña el reconocimiento, y por tanto la evaluación de la emigración montañesa a Indias. En las licencias de embarque, la fuente más importante para esta evaluación, los oriundos de la actual región cántabra pueden aparecer como procedentes de las Montañas de Burgos, montañeses, incluidos en Castilla la Vieja, o bajo el apelativo genérico de "vizcaínos" que se daba en los primeros momentos no solo a los tales sino a los del resto del litoral cantábrico. Igualmente existen pasajeros que su única referencia es su procedencia del obispado de Burgos entidad eclesiástica que englobaba la mayor parte de la actual región de Cantabria".[46] Estas dificultades hemos tenido que salvarlas con un rastreo minucioso de nombres de lugares, contando con la duplicidad de algunos como Bores, Cabezón, La Vega, Otero, Toranzo. Hemos de señalar también que ningún lebaniego es llamado "vizcaíno". En el conjunto de los viajeros lebaniegos, pese a que su número es escaso comparado con el de montañeses, se pueden distinguir también los periodos que señala Soldevilla de los conquistadores, los mineros y los mercaderes. Aunque de muchos se desconoce su actividad en el Nuevo Mundo, de bastantes, sobre todo por los expedientes de bienes de difuntos, se conoce su pasado minero y, ya en el siglo XVIII, la actividad comercial de la mayoría de los pasajeros. Hemos seguido un criterio cronológico para la descripción de los pasajeros. La fecha es la señalada en el expediente del Archivo General de Indias (AGI), que suele coincidir con la de concesión de la licencia de paso. El pasajero unas veces aparece como titular de la información, otras como subsidiario de otro, bien como criado, acompañante o correligionario. En todos los casos, al pie de la descripción del expediente, se indica la signatura con que figura en el AGI, para facilitar su búsqueda a quienes quieran conocer de primera mano la información de un pasajero concreto.
La signatura CONTRATACIÓN, la más extensa del Archivo, comprende los expedientes de información y licencia de los pasajeros, y en ella se encuentran también los registros de los citados Libros de Pasajeros, en sucesión cronológica; los incluidos en este registro, esto es, los que obtuvieron licencia de paso hasta 1701, están también en la signatura PASAJEROS con la trascripción de su anotación; también aparecen noticias sobre pasajeros en la signatura INDIFERENTE, usada por el AGI para recoger documentos que presentaban dudas de ubicación, o bien reales provisiones relativas a pasajeros. En PATRONATO, y en otras varias signaturas hay noticia de pasajeros funcionarios y en general de cualquier persona que pasó a Indias o tuvo que ver con la Casa de Contratación. La descripción de cada expediente que aparecerá en los capítulos de este libro será la necesaria para conocer las circunstancias y peculiaridades del registro o licencia de paso, o bien de dicho expediente de información y licencia del o de los pasajeros en él incluidos; descripción que en algunos casos será todo lo extensa que sea menester para ilustrar las circunstancias de cada caso, siempre que ofrezca algún interés. Hay que advertir de que, en la mayoría de las ocasiones, solo aparece una simple anotación, escueta y descarnada de otra noticia, pero algunas veces hay referencias circunstanciales que enriquecen la información. En estos casos, apuramos lo más posible ésta, incluso con traslación literal del expediente o parte de él, para dar vida a unos datos que no dejan de ser propiamente administrativos. En estos casos se entrecomilla lo trascrito. Hemos de añadir que, encabezamos la descripción del expediente con la papeleta o ficha que el Archivo ofrece en cada caso. Para no ser reiterativos se prefiere la correspondiente al expediente de información y licencia sobre la del libro de Pasajeros, salvo que sólo se disponga de ésta, o cuando por cualquier otra razón se hace uso de las dos. La concisión y precisión empleadas por los investigadores del Archivo son tan grandes que sería una fatuidad emplear otras descripciones. Algunas, muy pocas, imprecisiones encontradas son señaladas en aras de la verdad. Lo dicho hasta aquí vale enteramente para el capítulo 2; para los siguientes es válido en tanto que referido a la propia naturaleza de los conjuntos de pasajeros agrupados en ellos; por lo que las descripciones de los expedientes pueden ser más escuetas e incluso no ser.
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[38] Peter Boyd-Bowman. Índice geobiográ co de 40.000 pobladores españoles de América en el siglo XVI. 2 volum. , 1964 y México, 1968.
[39] Manuela Cristina García Bernal. La población de la América Hispana en el siglo XVI. História de las Américas II. Quinto Centenario. Madrid, 1991[40] Manuela Cristina García Bernal. Op. cit.
[41] Consuelo Soldevilla Oria. La Emigración de Cantabria a América. Santander. Ed. Estudio. Colección Pronillo. 1996 p.33
[42] Tomás Pérez Vejo. México visto por un comerciante montañés de fines de la colonia. Inédito. www.unq.ar/revista-theomai/numero3/artperezvejo3.htm
[43] Hugh Thomas. Quién es quién de los Conquistadores. 2000. Salvat Editores. Barcelona. p. 457.
[44] Consuelo Soldevilla Oria. Op. cit. pp. 51, 55 y 56.
[45] En determinadas épocas la emigración ilegal llegó al 50%. Consuelo Soldevilla Oria. Op. cit. p. 33, y Consuelo Soldevilla. Cantabria y América. Editorial MAPFRE. Madrid, 1999. p. 29.
[46] . 2a Op. cit. p. 34.
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